Frente al brutal asesinato registrado en Ecuador, proclamamos el derecho a la Vida, porque es Dios el único que la concede y el único que la puede quitar. El garantismo no asegura mejores leyes. Diego Acosta – BLOG del TIEMPO
Algunas personas han convertido el pedir en un auténtico arte, si es que puede recibir ese nombre, la acción de tener la mano siempre extendida para reclamar.
Y muchos también se pasan la vida pidiendo, como si fuera algo natural exigir, como si pedir fuera un derecho adquirido solamente por existir.
Es curioso que poco que pensamos en estas situaciones que son más importantes de lo que nos podamos imaginar, porque representan una forma de vivir egoísta y hasta simplista.
Nos podemos imaginar que haya quienes disfruten de esta forma de arte…pero lo que no saben es que persistiendo en estas actitudes se privan de la maravillosa alegría de dar.
Si pedir es como un arte, el dar es una virtud, porque habla de un corazón agradecido por todo lo recibido en la vida, abriendo las manos no pare exigir sino para dar a otros, no lo que nos sobra sino aquello que hasta podamos necesitar.
Esa es la alegría de dar y no la mezquindad de pedir.
Lutero en 1501 se matriculó en la Universidad de Erfurt donde logró una Maestría en Artes, que por aquellos entonces comprendía estudios sobre tres materias.
A partir de los 18 años estudió gramática, retórica y lógica, que luego le serían de gran utilidad en el desarrollo de su vida intelectual y espiritual.
Por ese tiempo podía considerarse que los propósitos de su padre de que estudiara derecho se comenzaban a cumplir.
Los afanes de Lutero se centraban en el estudio de materias que lo acercaban más a una formación profesional que a las cuestiones que luego lo convertirían en uno de los grandes impulsores de la Reforma.