YO, YO, YO…
CADA UNO
DEVOCIONAL
Todos o casi todos estamos tremendamente ocupados y preocupados por esa persona tan importante, que no es otra que nosotros mismos.
Casa cosa que nos sucede es motivo de nuestra máxima atención y de esta forma cultivamos esa peligrosa plantita que se convierte en un gigantesco árbol, que se llama egoísmo.
Que produce frutos que nadie más conoce, aparte de nosotros mismos, porque estamos centrados en que crezca junto con nuestra vida.
Así nos volvemos indiferentes, intransigentes con relación a las personas que nos rodean, sin pensar ni en un momento de la enseñanza de Jesús sobre el Prójimo.
Nunca nos atrevimos a pensar, que siendo Dios quién se ocupa y preocupa por nuestra vida, por qué no descansamos y comenzamos a preocuparnos por las personas que nos rodean?
Si yo fuera capaz de obrar de esta manera, comenzará a secarse el árbol llamado egoísmo y comenzará a crecer otro en su lugar, que deberemos llamar Amor. Y crecerá mucho más, si volcamos el Amor que recibimos por Gracia, en el Prójimo.
Proverbios 14:21
Peca el que menosprecia a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.
Diego Acosta / Neide Ferreira