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COMPASIÓN

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

Después de muchos años sin escucharla ni utilizarla, inesperadamente un respetado pastor, mencionó la palabra compasión.
Fue muy grande mi sorpresa y también la necesidad de reflexionar sobre lo que había escuchado y su profundo significado, pues está estrechamente ligada al Ministerio Terrenal de Jesús.
Por qué me sorprendió tanto esta palabra?
Quizás porque sin advertirlo estamos perdiendo la sensibilidad frente a los hechos ante los que reaccionó el Hijo del Hombre y que ahora nos parecen lejanos. No porque dudemos de ellos, sino porque el corazón se está endureciendo como piedra.
En un sentido literal compasión significa sentimientos de pena y de ternura frente al prójimo y la identificación frente a los males, a pesares que está sufriendo.
Corresponde aclarar que cuando hablamos de sentimientos, estamos haciendo referencia a todo aquello que significa un orden superior, no a la vulgaridad con la que nos manifestamos y vivimos.
No estamos hablando de conmovernos hasta las lágrimas frente a un hecho o frente al sufrimiento de un ser humano. Estamos hablando de aquello que nos conmueve como hijos de Dios y que despierta el Amor y la Misericordia más profunda.
Si pensamos y miramos lo mismo que pensó y miró Jesús, tal vez comprenderemos por qué eligió estar junto a los marginados, a los despreciados por la sociedad.
Su mesa estuvo servida para los que verdaderamente sufrían y no encontraban respuesta en una sociedad dura y hostil, tal y como lo podemos advertir en nuestro tiempo.
Sentaríamos en nuestra mesa a los mismos con los que el Mesías compartió sus alimentos?
Difícilmente, porque nuestro corazón no está a la altura de poder identificarnos con quienes no reciben de la sociedad, otra cosa que no sea rechazo y condena.
En eso radica la cuestión. Jesús siendo Dios, no rechazó ni condenó a quienes eran los despreciables, porque tampoco lo hizo después ni ahora en nuestro tiempo.
La compasión es una actitud superior del corazón, ajena por completo a la sensiblería o a la oportunista mirada de quienes se sienten atraídos por tener una ocasión de ser vistos como hombres y mujeres con amor al prójimo.
La compasión es un bálsamo que se extiende sobre la vida y la realidad del prójimo, con la intensidad que se genera solamente en el corazón de Jesús. Busquemos ser sus imitadores para ser discípulos mejores.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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UN VASO

DEVOCIONAL

Es muy conocida la alternativa de ver un vaso medio vacío o medio lleno.

Podríamos decir que es una ilustración de lo ambiguo, aquello que es incierto o dudoso. Si lo aplicamos a las personas es más difícil todavía de valorar.

Por qué?

Porque lo ambiguo es lo contrario de todo lo que significa Jesús. ÉL como nadie representa lo categórico, lo definitivo, lo cierto, lo seguro, lo rotundo.

A tal punto esto es así, que entregó su vida para que los hombres fuéramos perdonados por nuestros pecados y pudiéramos recibir por Gracia la Salvación.

Sólo por Amor y Misericordia!

Cada vez que alguien me comenta lo del vaso, me remito a afirmar que el Hijo del Hombre, lo querría ver vacío de orgullo y de pecado y en cambio lleno de humildad y de vocación de servir al prójimo.

Lo ambiguo, no es de Dios, es de los hombres mal intencionados.

Proverbios 27:9
El ungüento y el perfume alegran el corazón,
y el cordial consejo del amigo, al hombre.

Provérbios 27:9
O óleo e o perfume alegram o coração;
assim a doença do amigo, com o conselho cordial.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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EL FIN

DEVOCIONAL

Generalmente cuando nos referimos al fin, siempre hay dos versiones. Una, la del fin del mundo, que es la que consideran las personas que viven alejadas o negando a Dios.

Y quienes en cambio, nos consideramos sus hijos, cuando hablamos del fin, hacemos referencia a lo que anunció Jesús: el fin de los tiempos. Advertir estas diferencias nos lleva a una cuestión sobre la que casi nunca hablamos.

En lo personal muchas veces me sorprendo, porque mis comportamientos son los de una persona que podría vivir cientos de años, sin reparar en el tremendo detalle que un día tendré mi propio fin.

Y el Hijo del Hombre, cuando nos advierte que debemos estar preparados para el fin de los tiempos, en forma directa nos está hablando a cada uno, para que pensemos que está implícito que debemos estar preparados para el fin de nuestra existencia.

Pensando en ese final, busco cada día ser mejor!

Marcos 13:33
ESMirad, velad y orad;
porque no sabéis cuándo será el tiempo.

PTOlhai, vigiai e orai,
porque não sabeis quando chegará o tempo.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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COMPASIÓN…!

 

 

 

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

Leyendo un comentario vino a mi memoria la palabra compasión. Cuánto hace que no la uso…Años, muchos años.
Según nos revela el diccionario, compasión es un sentimiento de pena, de ternura y de identificación con los males de alguien. Con esta escueta información comprendo por qué hace mucho que no utilizo esta palabra.
Sin embargo está implícita en el Ministerio Terrenal  del Hijo del Hombre, porque ÉL sí que miró a las personas y las vio como personas, es decir las percibió como seres que necesitaban de su compasión.
Quizás esta forma de mirar es la que me llevaría a comprender en profundidad quién es el prójimo, quién es el hombre y la mujer que precisan de mi ayuda.

Así lo percibió Jesús, quién en su infinita Grandeza, nos dio una lección de Amor y de Misericordia!
ÉL tuvo pena por la situación en la que se encontraban quienes se le acercaban y la pena es muy difícil de experimentar porque generalmente adoptamos la postura contraria: Nos sentimos superiores ante quién está en debilidad.
Por la misma razón experimentó ternura hacia esos seres que muchos despreciaban y que eran las causas de muchas de las críticas que le hicieron los fariseos.
Y también se identificó con los males que padecían. Por eso estuvo al lado de los desechados, al lado de los que formaban esa parte casi indeseable de la sociedad de su tiempo.

Jesús me enseñó quién era el prójimo!
No era un poderoso ante quién me podría sentir inferior ni era un sabio ante quién me podría sentir inculto. El prójimo es quién necesita de mí, de lo poco que soy, porque lo único que podría dar es mi solidaridad, mi compasión con el sufriente.
Como Pedro acompañado por Juan, que dio lo único que podía dar!
La compasión nos debe hacer sentir tan pobre y humilde como quién la necesita, porque así lo asumió Jesús. ÉL supo en todo momento quién precisaba de su corazón amoroso.
Confieso que he cambiado mi forma de mirar y ya no veo seres inferiores, seres indefensos, sino a hombres y mujeres que como yo, precisamos de Amor y de Misericordia.
De compasión!

Diego Acosta / Neide Ferreira

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MANOS

DEVOCIONAL

Pensando sobre el Mandato de hacer lo que esté en nuestras manos, miré las mías y me dije: Eran fuertes, pero ahora no lo son, eran diestras pero ahora son torpes…

Estaba inventando excusas?

Puede que sí!

Pero siempre prevalece en mí la certeza de que la única manera de demostrar mi condición de discípulo del Hijo del Hombre, es sirviendo, como ÉL predicó a todas las generaciones.

Y así fue como concluí que a pesar de que mis manos ya no tienen fuerzas y carecen de la destreza de otros tiempos, siempre habrá algo que pueda hacer para extender el Reino.

Podré hablar, por ejemplo. Podré contar a otros lo que Jesús hizo por mí y lo que tengo la certeza que seguirá haciendo, mucho más a partir de ahora en que el final personal está más cerca.

Tengamos dispuestas nuestras manos! El Eterno siempre pondrá en ellas la Obra que ÉL quiere que hagamos.

Eclesiastés 9:10
Todo lo que te viniere a la mano para hacer,
hazlo según tus fuerzas;
porque en el Seol, adonde vas,
no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

Eclesiastes 9:10
Tudo quanto te vier à mão para fazer,
faze-o conforme as tuas forças,
porque na sepultura, para onde tu vais,
não há obra, nem indústria, nem ciência, nem sabedoria alguma.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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GLORIA…?

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

A lo largo de las diferentes épocas históricas, siempre hubo hombres que se distinguieron de sus contemporáneos. Y por esta razón tuvieron para recordarlos monumentos o denominaciones de distintos lugares con sus nombres.
Como ilustró maravillosamente el sabio en Eclesiastés, no hay nada nuevo bajo el sol y seguimos distinguiendo a los hombres y mujeres sobresalientes, para que las generaciones futuras los recuerden.
En la mayoría de los casos podríamos estar hablando de la vana-gloria a la que aludió Pablo y en los tiempos presentes, casi sin ninguna duda nos enfrentamos a esta forma de realidad.
Cada cual busca su gloria!
Pero qué gloria buscamos?
Simplemente en la que nos conceden nuestros pares y nos conformamos con la pequeña gloria de ser reconocidos por hechos y obras, que deberían ser recordados con mayor énfasis, según nuestra opinión.
Si estuviera frente a un espejo el dedo acusador me apuntaría a mí en forma directa, con lo que estoy declarando que creo que en estas situaciones prácticamente no hay excepciones.
Entonces la gloria personal también es un afán de los que nos llamamos hijos de Dios?
Sin la menor duda y si la tuviéramos, nos debería bastar para aclararnos, con mirar a nuestro alrededor o a nosotros mismos.
Hemos perdido el temor y temblor declarado por Pablo y la humildad enseñada por el Hijo del Hombre.
Sin temor ni temblor no podremos presentarnos ante la Majestad del Eterno ni nos podremos declarar discípulos de Jesús, con nuestra falta de toda forma de humildad.
Es triste muy triste esta realidad, pero no por ello es menos cierta, cuando podemos comprobar las luchas por ocupar puestos que conceden una pequeña notoriedad y el vacío que se produce cuando se trata de encontrar servidores del prójimo.
Para ser notorios son muchos los candidatos, pero para servir muy pocos!
Haciendo un símil, si Jesús nos dijera: Sígueme, que haríamos?
Pensaríamos en que nos podríamos beneficiar o dejaríamos todo para tener el privilegio de ser sus discípulos?
El fin de los tiempos se está acercando y está mostrando como falsos profetas o sus imitadores, están proclamando mensajes que son propios de la gloria humana, que de la única Gloria verdadera: La que concede el Santo de Israel!

Diego Acosta

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FÚTIL

DEVOCIONAL

Hay palabras que suenan más importantes que su propio significado. Una de ellas es fútil, que significa de poca…importancia.

Esta reflexión se originó en un comentario que me fue hecho a propósito de cómo utilizar el tiempo. Es sorprendente como de pronto puedo admitir que hay algo malo en mi vida.

Y una parte de lo malo, es la administración de cada minuto de mi existencia, en que lo ocupo y en que lo pierdo, en que es normal y en lo que es anormal.

Vino a mí escena de Jesús caminando, siempre buscando a hombres y mujeres, que aunque ellos no lo supieran, estaban necesitando de su presencia y de su Palabra.

Soy plenamente consciente que es lo que debo hacer y también lo soy de lo que no hago. Buscando el por qué de esta situación, me encontré con la solución.

Tratar de hacer durante el resto de mi vida, lo que hubiera hecho el Hijo del Hombre ante cada circunstancia. Es difícil, pero contando con su Poder, todo resulta posible. No por mí, sino por ÉL.

Mateo 16:24
Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame.

Mateus 16:24
Então, disse Jesus aos seus discípulos:
Se alguém quiser vir após mim,
renuncie-se a si mesmo,
 tome sobre si a sua cruz e siga-me.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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DISPOSICIÓN

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

Una de las más frecuentes acciones que se utilizan en el mundo son las motivacionales, que no son otra cosa que impulsar a quienes deben realizar determinadas tareas a que las hagan con un cierto margen de rigor o ampliando la visión, con eficacia.

La existencia de estas acciones demuestran en forma categórica que a la mayoría de las personas hay que motivarlas para que hagan lo que tienen que hacer, con un mínimo de diligencia.

Curiosamente estos comportamientos también se repiten en las congregaciones, acentuando una vez más la idea, de que cada vez más el mundo está influyendo en la Iglesia de Jesús.

Es más que evidente que siendo como somos, discípulos del Hijo del Hombre, no precisaríamos que se nos impulse, que se nos aliente a cumplir con nuestras obligaciones.

Tristemente advertimos que ese impulso motivacional es necesario, porque la indolencia y también la queja, son lugares comunes entre quienes integramos las congregaciones.

Hay quienes se consideran superiores a sus responsabilidades y por lo tanto las hacen a menos y cuando se deciden a cumplirlas, lo demuestran con mucha claridad.

De esta manera podemos comprobar que quién trabaja por obligación se queja por convicción!

No se tiene en cuenta que quién trabaja no está realizando una determinada tarea, sino que está sirviendo. Y cada vez que la cumplimos honramos al Señor.

Por eso es que resulta tan importante y tan agradable poder ver a muchos hermanos y hermanas, que no se sienten degradados por ningún trabajo que les sea encomendado y por el contrario los realizan con alegría.

Esta diferencia en la disposición, marca también niveles en el mundo y también lo hacen en la Iglesia!

De qué sirve la obra de unas manos que están condicionadas por la queja?

De qué sirve el esfuerzo que se considera sacrificio?

Estas preguntas son las que nos debemos hacer cuando declaramos con nuestra boca, que estamos dispuestos a servir y no a ser servidos, tal y como lo enseñó Jesús.

El Eterno no nos demanda sacrificios. Demanda nuestro corazón!

Y es en nuestro interior donde está o debería estar, la voluntad de servir con la misma humildad y mansedumbre , con la que sirvió el Señor!

Diego Acosta

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