LA BUENA Y LA MALA

LA BUENA Y LA MALA

DEVOCIONAL 

La soledad ha sido desde que el hombre ha decidido vivir junto a otros seres formando parte de una sociedad, uno de los grandes problemas personales…quizás tan viejo como la decisión de agruparse.

El gran escritor Jorge Luis Borges, escribió magistralmente sobre el tema, definiendo que había una soledad buena que era la deseada y otra mala, que era la que no deseábamos.

Dios cuando vio que Adán estaba solo, siguiendo con su Plan, creó la mujer para que fuese su compañía idónea. No nos debemos abandonar a la desesperación con la soledad, porque el Eterno, siempre está preocupado por nosotros.

Él sabe nuestras necesidades, incluso antes que nosotros mismos, pero también es verdad, que cada solitario debe tratar de saber las razones de su condición y entonces volverse a Dios clamando por una solución.

No pensemos que si nos consideramos abandonados por quienes deberían cobijarnos, no tenemos ninguna salida…El Santo de Israel prometió que estará a nuestro lado hasta el fin y esa es nuestra mejor compañía!

 

Isaías 35:6
Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.
Diego Acosta / Neide Ferrreira

buena o mala voluntad

BUENA O MALA VOLUNTAD

DEVOCIONAL

Una situación familiar sin importancia, me confrontó con algo que tiene una singular profundidad si lo consideramos desde la perspectiva espiritual.

Se trata de la buena o la mala voluntad que tenemos frente a determinadas situaciones, que muchas veces afectan la convivencia de personas que normalmente deberían actuar con la mayor armonía.

Generalmente puede pensarse que estamos obligados a tener buena voluntad, que debemos hacerlo elevando nuestros pensamientos hacia las enseñanzas de Jesús.

Entonces todo cambia y debemos pedir perdón por nuestros excesos y por nuestra mala voluntad. Pero eso no es excluyente del hecho de que muchas veces se abusa de la buena voluntad.

En cuyo caso debemos apelar nuevamente al Poder del Espíritu para que nos guíe y no nos haga pecar cuando nos sentimos indefensos ante quienes abusan tal vez a sabiendas, de nuestra buena voluntad.

Con la mirada puesta en el Prójimo, pedimos perdón por nuestros excesos!

Proverbios 3:29
No intentes mal contra tu prójimo
que habita confiado junto a ti.

Diego Acosta / Neide Ferreira