EL JOVEN DIEGO
BLOG DEL TIEMPO
Conocí a Maradona en el año 1983 en Barcelona, pues se me había encomendado que opinara sobre un proyecto, que resultó tan atractivo como irrealizable.
Cuando le confirmé los datos él me agradeció con desilusión, pero tenía la mirada alegre de un joven que comenzaba a mirar la gloria. Fue un poco tiempo antes que un miserable le destrozara un tobillo.
Lo volví a ver varios años después, pero sin poderlo saludar y pude apreciar que su mirada era la de un hombre que miraba la gloria cara a cara, pero sus ojos transmitían dureza y tristeza.
Lo que me hizo reflexionar acerca de lo que nos ocurre a los humanos cuando ansiamos, deseamos o buscamos la gloria que conceden otros hombres.
Siempre tendrá la dimensión pequeña que todos tenemos, por eso precisa de la desmesura, la grandilocuencia o la exageración. Olvidando lo que la Biblia nos advierte acerca de hacernos dioses, que como todos los dioses humanos son falibles y también perecederos.
El Único Dios verdadero, el Dios de Israel, está infinitamente por encima de cualquier dios humano, por ser Eterno y Todopoderoso. Con esta certeza me recuerdo del joven Diego, con su mirada alegre, tan distinta de cuándo conoció la gloria de los hombres.
Diego Acosta