Del Reino del Norte de Israel, surgió un solo profeta: Oseas, cuya vida estuvo marcada por una circunstancia que se reflejó en la historia del Pueblo de Dios.
Más de 700 años antes del nacimiento de Jesús, este hombre elegido por Dios para llevar su Palabra, se casó con una prostituta siguiendo el mandato recibido.
De esa relación surge una similitud entre Dios y los judíos, quienes se prostituyeron apartándose de Jehová, llevando su vida hacia un auténtico desastre.
Estas dramáticas circunstancias nos revelan como en la vida de los hombres nada es casual ni tampoco como a pesar de todo, el Amor del Eterno siempre se manifiesta, a pesar de la rebeldía y hasta de la prostitución.
Los reyes de Israel buscaron alianzas para ser fuertes, en lugar de confiar en la ayuda del Todopoderoso, cambiando a los hombres por el Santo.
No es esto lo que nos pasa a los humanos?
Con qué frecuencia buscamos ayuda en los hombres y no en Dios?
Esta decadencia espiritual es la que lleva a las peores iniquidades, entre ellas la idolatría y la falta de Confianza en el Único que es merecedor de ella.
Efraín simboliza la quiebra del Pacto establecido entre los hebreos y el Creador. Simboliza también la actitud que tenemos de no ser fieles en nuestras posturas frente al Eterno.
Cuando obramos de esta manera nos situamos en el lugar que tomó el Pueblo de Dios, al ser infiel, caer en la idolatría y en buscar alianzas impropias de quienes debemos confiar en el Altísimo. Por eso sembraron vientos…
Oseas 8:7
Porque sembraron viento, y torbellino segarán;
no tendrán mies, ni su espiga hará harina;
y si la hiciere, extraños la comerán.
Diego Acosta / Neide Ferreira
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