EN MI NOMBRE – IV
En una excepcional circunstancia histórica Jehová habló a su pueblo luego de haberlo liberado de la esclavitud de Egipto.
Ante las quejas a Moisés, Jehová le hizo echar un árbol a las aguas y se volvieron dulces. Ahora tenían para beber que era lo que reclamaban.
Y luego habló, como está relatado en el Libro de Éxodo 15:26:
Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.
Los momentos de la enfermedad pueden volverse dramáticos como les ocurrió a los israelitas en el desierto, cuando clamaron por agua para beber.
Antes cientos de años como en este día Jehová cumplió y cumplirá su Palabra, de que será nuestro Sanador.
Entonces por qué impedimos que por causa de nuestras dudas, el milagro de la Sanidad llegue a nuestra vida?
Diego Acosta