Decía un viejo y querido maestro, que por cambiar una hoja del calendario, difícilmente íbamos a cambiar nuestra vida.
Siempre creí que era una frase llena de sabiduría y también de un enorme sentido práctico, porque en verdad, nadie muda por cambiar una hoja del calendario, aunque sea la hoja de un nuevo año.
Este mensaje estaba inspirado en la enseñanza de Pablo de que debemos renovarnos, no acostumbrarnos a las cosas del mundo.
Eso pienso cuando trato cada día, de evadirme de esa pesada carga que es el hombre viejo, que una y otra vez lucha denodadamente por imponerse sobre el nuevo.
Aunque a veces pareciera que esta lucha es muy difícil y hasta imposible de superar, el Eterno con su infinito Amor nos ayuda cuando llegan los tiempos de flaquezas.
Y también, como es el caso, cuando llega el tiempo de cambiar una hoja del calendario, en el que la emotividad y también los sentimientos pretenden ocupar el lugar privilegiado que debe tener el Gozo y la Paz del Señor.
Cuando me recuerdo del viejo maestro y sus enseñanzas, hago Memoria también de la necesidad que tengo de enfrentar con decisión al hombre viejo, que generalmente encuentra refugio en la mente.
Allí donde anidan los recuerdos, que pretenden engañarnos y hacernos creer que son mejores que los nuevos tiempos que vivimos y los que vendrán.
Todo lo que provenga del Señor para cada uno, será lo mejor que podamos esperar, porque nadie nos conoce como ÉL.
Demos gracias por otro año y en lugar de tantos proyectos, pensemos que nuestra mayor obligación es que el Señor nuestro Dios, sea lo más importante de nuestra vida.
Deuteronomio 6:4
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
Diego Acosta / Neide Ferreira