Mientras se despedían los restos mortales de un hombre, se hablaba sobre quién había sido y que había hecho. Alguien muy cercano comentó que la persona a la que estaban despidiendo siempre había buscado tener una vida tranquila.
Como siempre ocurre en estos casos, alguien preguntó: Y de qué murió? De aburrimiento!
No sabemos si esta historia es absolutamente verídica, pero sí podemos afirmar que se parece mucho a las de otras personas que se han pasado todos sus años de vida, buscando vivir apaciblemente, sin que nada ni nadie los perturbe.
Y es posible que lo hayan conseguido y tal vez con los mismos resultados que la historia que comentamos. Esta clase de personas nunca recibieron nada, porque nunca estuvieron dispuestas a dar nada. Y no estamos hablando de dinero!
Quién vive mezquinamente, tendrá una vida pobre porque de tanto preocuparse por sí mismo, habrá terminado aburrido de este personaje que tiene una única y constante preocupación, que no es otra que ese hombre o esa mujer que nunca se preocupó por los demás.
Y por qué no nos decidimos por la vida plena que nos ofrece Jesús?
Seguramente porque tememos que daremos más de lo que recibiremos, que estaremos más ocupados por los demás que por nosotros mismos, que no tendremos mucho tiempo para el descanso porque estaremos ocupados por ayudar al prójimo.
Pero si no temiéramos esa clase de vida, estaríamos plenos porque recibiríamos sonrisas que nadie ha recibido, miradas de agradecimiento que nadie ha disfrutado y la Gloria de saber que hemos sido siervos fieles.
1 Juan 3:14
Devocional: Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
www.septimomilenio.com
Edición: Davi Blumenthal
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