YO AGRADO…

Muchos de nosotros pasamos gran parte de nuestro tiempo intentando ser reconocidos por las personas que nos rodean, lo que podría llamarse como la aceptación social.

En esto ponemos tanto afán que vamos desdibujando nuestra propia personalidad y no somos lo que verdaderamente somos ni tampoco somos como los demás quieren que seamos.

Una frase afortunada nos puede sacar de este auténtico enredo acerca de esto de agradar. La frase destaca, que es una gran equivocación desear agradar a todas las personas.

Dice la frase: Muchos te amarán por la forma en que eres y muchos te odiarán por la misma razón. En otras palabras: el buscar recibir el reconocimiento de la sociedad es una tarea ardua e infructuosa.

Mucho más si lo relacionamos con las cuestiones espirituales, donde recibimos mensajes concretos con relación a este tema, comenzando por el propio Jesús que no recibió el reconocimiento de muchos de los suyos.

Del mismo modo debemos pensar que buscar agradar a todo el mundo, no solo es un propósito inalcanzable sino que revela que no tenemos afirmada nuestra condición de hijos de Dios.

No estamos en este mundo para agradar a las personas, ni para ser simpáticos y mucho menos para ser reconocidos. Estamos para influir al mundo con nuestro testimonio, aunque no digamos una sola palabra.

Gálatas 1:10
Diego Acosta García

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