Estas frases tan sencillas en apariencia, resumen de una manera magistral buena partes de las intenciones de los hombres en la sociedad de nuestro tiempo.
Tal vez podríamos decir que competir ha sido una necesidad humana desde el comienzo de nuestra presencia como parte de la Creación, porque seguramente siempre hubo quién deseó ser superior a los demás.
La cuestión de competir todos los días y con todos quienes nos rodean nos lleva inevitablemente a la formulación de la pregunta más elemental: Por qué competimos?
Se trata de la necesidad de sentirnos por encima del resto de los hombres y la mujeres? Será tal vez porque competiendo disimulamos nuestros temores o nuestro sentimiento de inferioridad?
Difíciles respuestas porque seguramente que todavía quedan más cuestiones que plantear sobre una cuestión tan especial para casi todos nosotros.
Entonces nos hagamos una sola pregunta más: Esta bien que compitamos? Si no encontramos razones para otros interrogantes, procuremos contestarnos esta con la máxima sinceridad.
No fuimos creados para competir, fuimos creados para ser superiores al resto de toda la obra maravillosa de Dios. Y cada uno de nosotros tiene un propósito que nos hace diferentes y necesarios para Dios. Entonces: Por qué competimos?
Eclesiastés 9:17
Diego Acosta García