ALMÍBAR

Difícilmente vayamos a olvidar la impresión que nos causó un predicador, cuando anunció que sus palabras serían como el almíbar para los oídos, porque serían gratas para quienes las escucharan.

No dudamos de la buena intención ni tampoco de su persona, pero si dudamos del contenido del mensaje, que desde luego nunca debió ser almibarado.

Esta comparación con cosas gratas, dulces como el resultado de la mezcla del azúcar con el agua, no deja de ser sorprendente porque estaría revelando una cierta disposición a lo irreal.

Porque esta clase de mensajes son los que fomentan la vida en la burbuja de muchos creyentes, que solo oyen lo que les agrada oír y solo ven lo que les agrada ver.

Cuando Jesús nos mandó a llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra, estaba anunciando una Iglesia fuera de las cuatro paredes de un recinto.

Y también nos mandaba a hombres y mujeres, a no encerrarnos entre cuatro paredes y salir a predicar. Por eso un mensaje lleno de bonitas palabras se contradice con el de Cristo.

Qué tuvo de bonito y agradable el sufrimiento de Jesús antes de morir? Qué tuvo de fácil llevar la cruz? Qué tuvo de agradable su propia muerte?

Es necesario que advirtamos que en los tiempos del fin que nos toca vivir, no hay espacio para los mensajes almibarados, porque la realidad nos demandará fortaleza espiritual y no tibieza.

1 Corintios 4:20
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

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