AYUDAR

Un grupo de creyentes se planteaba la forma de ayudar a los demás haciendo realidad lo que nos demandó el Señor. La reunión que comenzó con euforia derivó en amarga decepción.

Lo que se había iniciado con todo el ímpetu de los jóvenes, se fue desvaneciendo cuando alguien preguntó: Y de donde sacaremos el dinero para ayudar a los demás?

La pregunta que era más que concreta, no tuvo en el momento ninguna respuesta. Pero pasados unos minutos y luego de la reflexión sobre el tema, hubo una respuesta que transformó todo.

Siempre ocurre que en medio de nuestros mejores propósitos, surge un inconveniente que parece insalvable, hasta que alguien en el Espíritu ora en silencio.

Entonces una de las jóvenes dijo: Y para que precisamos dinero para ayudar? A partir de ese momento se hizo una larga lista de actividades en las que no hacía falta el dinero, solamente hacía falta la decisión de ayudar a quienes lo necesitaban.

La Obra de Dios nunca se detendrá por el dinero, ni nadie podrá hacer la Obra de Dios solamente con dinero. No es dinero lo que se nos reclama: es Amor y Misericordia.

Hechos 20:35
Diego Acosta García

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