CARTA DE BERLÍN. ADVERTENCIA…

Hola.boda
Finalmente la iglesia evangélica liberal  de Alemania que había comunicado que casaría a dos hombres cumplió su anuncio.
Este fin de semana dos homosexuales fueron consagrados en matrimonio, a pesar que en realidad estas ceremonias carecen de valor legal pero tienen un gran contenido simbólico.
Es importante destacar que hasta la iglesia católica alemana había advertido a quienes cumplieron con la ceremonia, que no era propio que se hiciera y que se reconociera a dos hombres en la institución matrimonial.
Resulta sorprendente observar con qué naturalidad ha sido recibido este episodio, puesto que su repercusión ha sido nula o casi nula, lo que revela que han sido pocos los que expresaron su disidencia.
Bueno es que reflexionemos acerca de hechos como este que siguen mostrando como el mundo influye en la iglesia y por tanto la iglesia ha dejado de cumplir  con su misión de influir, que no es otra cosa que proclamar el Evangelio.
Resulta doloroso tomar nota de todo esto y a la vez resulta estimulante para los que seguimos creyendo que pese a todo estamos en el mundo para cumplir el mandato de Jesús.
No es para aceptar con fatalismo o lo que es peor, con conformismo que estamos en la tierra. Estamos aquí con el elevado propósito de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra.
Y pareciera que uno de esos confines es el país desde donde el Eterno permitió que un hombre iniciara un proceso histórico que evidentemente todavía no ha terminado de cumplir su misión.
Por esto es importante recordar y advertir a quienes casaron a dos hombres en un lugar de culto evangélico que han cometido una gravísima transgresión. Y que deben de saber que a pesar de que quizás no hayan recibido muchas reprobaciones, todavía falta lo más importante.
Nadie escapará el Día del Juicio a responder por sus actos y no menos trascendente es tener memoria de que a quién más se le concede más se le reclamará.
Es hora de reflexionar y actuar! No es hora de tibiezas ni de actitudes contemplativas!

Gracias y bendiciones.
Diego Acosta García

www.septimomilenio.com

Deja una respuesta