EL PACIFICADOR

 

Tenemos el privilegio de conocer a un hermano que tiene el ministerio de pacificador, un ministerio que conmueve y sorprende a quienes tenemos oportunidad de ver en acción.

Es difícil explicar que es un pacificador, pero podríamos decir que es el hombre o la mujer que es capaz de tener siempre una actitud dispuesta a serenar los ánimos.

No debemos confundir este don con el de poner “pañitos tibios” que es una cosa no solamente diferente sino decididamente opuesta a lo que significa pacificar.

Cuando los ánimos están encendidos y en la mayoría de los casos con razones valederas, es difícil tener el temple necesario como para dirigirse a esas personas con las palabras adecuadas.

Es difícil si no se tiene el talento del Espíritu, porque entonces los efectos que produce son sombrosos y sobre ellos deberíamos reflexionar en profundidad.

Pacificar es un don que deberíamos anhelar, pero tener actitudes de pacificador es algo que debemos buscar con la ayuda del Espíritu, para no avivar fuegos que precisan ser sofocados.

El pacificador no es pacifista. El pacificador obra sobre el ánimo de las personas para que abandonen actitudes airadas y comprendan que solo con el Amor de Jesús es posible la vida en estos tiempos.

Proverbios 10:21

Diego Acosta García

www.septimomilenio.com

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