HABLANDO DE FRUTOS…

Como nos entusiasma la idea de tener frutos abundantes, de poder sumar y sumar frutos que finalmente se transformen en una cosecha notable por las cantidades reunidas.

Con esa idea depositamos buena parte de nuestros afanes y también de nuestras intenciones, pensando que cuantos más frutos tengamos mejores seremos.

Esta es la razón por la que hablamos de frutos? Por tenerlos en abundancia y para que se nos reconozca que somos buenos segadores? Este es el propósito de la cosecha?

No podemos dar respuestas concretas porque no somos muy afectos a realizar tareas que no tengan asegurados los frutos y dudamos cuando pensamos que no serán abundantes.

Si pensamos en quién sembró para que nosotros recogiéramos los frutos, tal vez tengamos una respuesta acorde con la importancia que tiene ser el encargado de cosechar.

Si pensamos que hubo alguien que sembró con diligencia, con entusiasmo, sabiendo que no sería quién recogería los frutos de su labor, entonces nos daremos cuenta que tanto la siembra como la cosecha son igualmente importantes.

Solamente que sembrar se nos ocurre que es menos trascendente que cosechar, porque los frutos estarán en nuestras manos o pasarán por nuestras manos y entonces nos sentiremos importantes.

Una vez más nos encontramos que estamos obrando para recibir reconocimiento de hombres y no el reconocimiento de Dios,  que valora tanto o más al que siembra, como al que cosecha.

2 Corintios 9:10
Diego Acosta García

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