LA OFRENDA

Desde el primer libro de la Biblia se nos enseña que debemos dar nuestras ofrendas al Dios que es nuestro Creador y también nuestro Proveedor, por agradecimiento y por honra.

Para Él deben ser nuestras primicias, según nos indican tantos ejemplos de hombres que entregaron lo mejor que tenían para testimoniar su reconocimiento al Dios Soberano.

La cuestión que nos podemos plantear, es por qué debemos dar una ofrenda, si ya entregamos nuestros diezmos? Por qué debemos de seguir dando si ya lo hemos hecho con el diezmo?

Sencillamente porque la ofrenda marca como es nuestra relación con Dios, como es de grande nuestro reconocimiento hacia quién nos ha bendecido con dones espirituales y bienes materiales.

Podemos pensar entonces que a mayor ofrenda mayor bendición de Dios? Este pensamiento nos llevaría a las doctrinas que lamentablemente en estos días confunden a las Iglesias y a las congegaciones.

Podemos pensar en cambio, que nuestra ofrenda sea mucha o sea poca, sea material o sea espiritual, es para reconocer al Dios Todopoderoso sus gracias y misericordias para con nosotros.

Porque nuestra ofrenda puede ser de gratitud, aunque no tengamos nada para ofrecer que sea material, pero podemos ofrendar nuestro amor, nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestro empeño por servir.

Ofrendemos con alegría, porque Dios también nos cuida y provee con alegría.

Salmos 141:2
Diego Acosta García

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