LA SANA DOCTRINA

Hay un momento en el que se hace necesario que detengamos el vértigo en el que vivimos, que hagamos un alto y que muy serenamente nos centremos en las cuestiones importantes.

Debemos de buscar un momento de quietud para poder ser capaces de  discernir qué es lo que estamos haciendo, que sentido tiene  en lo que estamos creyendo.

Sobre todo esto último: que es lo que estamos creyendo, a quién le estamos creyendo y como es nuestra vida con lo que estamos creyendo, que frutos de fe estamos dando.

Debemos repasar con el mayor rigor lo que creemos para que verdaderamente sea la Palabra de Dios, para que verdaderamente sea el mensaje que nos dejó nuestro Salvador.

Este escrudiñar debe ser serio y profundo para que podamos ser capaces de dejar de lado aquello que no viene de lo Alto y advertir que estamos siguiendo doctrinas de hombres, muy atractivas, pero cosas de hombres.

Podemos tener la certeza que nuestra salvación no la guardaremos creyendo cosas de hombres o teologías de hombres, sino creyendo en lo que solamente está escrito en la Palabra de Dios.

No nos dejemos engañar ni nos engañemos nosotros mismos, con doctrinas o mensajes muy impactantes, porque estamos llamados a cumplir la Gran Comisión, pero solamente para llevar el mensaje auténtico de Dios.

Tito 2:1
Diego Acosta García

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