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La penúltima gran confrontación entre árabes e israelíes terminó con una victoria de Israel, que ha tenido una gran repercusión geo-política y también de gran significación espiritual.
Egipto, por aquel entonces República Árabe Unida, junto a Jordania, Irak y Siria, rodearon con sus fuerzas al territorio israelí, con el propósito de hacer desaparecer al Estado creado en 1948.
El ataque preventivo lanzado por Israel, permitió que pudiera controlar los cielos, al destruir en tierra a los aviones militares sirios y egipcios y equilibrar una enorme diferencia de efectivos.
La victoria de Israel se produjo cuando las Naciones Unidas establecieron el alto el fuego, en un tiempo crucial en el que los israelíes incluso podrían haber conquistado Damasco.
Israel extendió su territorio tras la dominación de Gaza, Cisjordania, los Altos del Golán y el desierto del Sinaí. Pero además de los kilómetros y kilómetros agregados, que contribuyeron a su seguridad, lo más significativo fue la conquista de la parte este de Jerusalén.
Desde 1967 la Ciudad Santa, volvió a ser la capital única e indivisible de Israel, dando cumplimiento a las profecías que lo anunciaban, determinando que bien podríamos estar hablando del inicio del fin de los tiempos anunciado por Jesús.
Diego Acosta