Uno de mis grandes problemas personales, es el que está relacionado con la facilidad con qué me olvido de mi condición de transitorio… de perecedero.
Y por qué ocurre esto?
Tal vez porque en el fondo los humanos nos negamos a pensar que nuestro fin se acerca cada día que vivimos.
Obramos con una frivolidad impresionante, como si nuestro final pudiera llegar en términos de miles de años y no en términos de días, meses o años.
Siempre que advierto que esto es así, me aboco a ser extremadamente fiel con el control y uso de mis tiempos.
Le asigno valor a cada segundo de mi vida, aunque resulte exagerado, por la sencilla razón que ignoro cuando será mi final y por tanto trato de hacer todo lo que se me reclamará.
Cuando con Adán y Eva adquirimos la condición de transitorios, debemos darle un nuevo valor al tiempo y a lo que hacemos durante cada hora de nuestra vida.
Debemos recordar que también somos Mayordomos de nuestro tiempo!
Isaías 5:11-12
PT – Ai dos que se levantam pela manhã e seguem a bebedice! E se demoram até à noite, até que o vinho os esquenta!
Harpas, e alaúdes, e tamboris e pífanos, e vinho há nos seus banquetes; e não olham para a obra do Senhor, nem consideram as obras das suas mãos.
ES – !Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende!
Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.
Diego Acosta / Neide Ferreira