OTRO DÍA…

Que nos ocurre cuando nos levantamos y decimos… otro día? Que significa esa pregunta? Es que nos disgusta vivir el día que el Señor nos ha concedido?

Cada tanto es bueno hacer una pausa y analizar lo que estamos haciendo, como ocupamos nuestro tiempo, como estamos sirviendo en aquello que el Señor nos ha marcado como propósito.

Si hiciéramos esto, tal vez podríamos dar respuestas razonables a las preguntas sobre porque decimos otro día… como si estuviéramos afrontando una especie de castigo por vivir.

Lo cierto es que en algunas ocasiones pueden parecernos difíciles los tiempos que estamos afrontando, con sus dificultades, sus problemas, sus necesidades.

Sin embargo esto nos puede ocurrir porque estamos luchando batallas que no son nuestras y porque estamos enfrentando situaciones con nuestras propias fuerzas.

Bueno será recordar entonces que Dios se glorifica en nuestras debilidades y que por lo tanto no podemos luchar en solitario y que debemos hacerlo con el auxilio del Eterno.

Ninguna batalla por importante que sea la podremos librar solos, porque entonces caeremos en aquello de decir otro día… Porque se nos van agotando las fuerzas y el entusiasmo.

Cada mañana al despertarnos demos gracias al Señor por darnos otra jornada para honrar su Nombre, para honrar su Grandeza con nuestra humildad. Y no volveremos a decir: otro día…

Salmos 35:28
Diego Acosta García

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