La purificación en aguas corrientes fue establecida
en el LIbro de Levítico
en las instrucciones que Jehová entregó a Moisés y Aarón
y estaba relacionada con las impurezas físicas.
Los bautismos de Juan tenían ese sentido hasta que
todo cambió con la presencia de Jesús, en el río Jordán.
JESÚS Y MATEO XXII