Una de las cosas que me enseñó mi padre, era no insistir, una vez hecho un número de intentos razonables, para que asuntos de mi interés se concretaran.
Lo expresó con palabras más sencillas y quizás hasta más crudas, pero encerraban una gran sabiduría, que era el producto de sus propios tropiezos.
Pero cuando él habló, era el tiempo en el que yo consideraba que mi padre tenía mucho que aprender…de mí y en consecuencia no tuve en cuenta sus palabras.
Cuando los años pasaron y los golpes productos de mis afanes comenzaron a dolerme cada vez más, recordé aquello que había dicho mi padre.
Por tanto en la mayoría de las ocasiones la insistencia es lo opuesto de la confianza en Dios.
Debería tener la seguridad de que cuando las cosas son de su agrado, fluyen sin dificultades.
Todo lo que podía parecer casi imposible, se transforma en realizable y la incapacidad, se torna en talento para afrontar las situaciones.
Si obramos con ese nivel de comprensión, es más que cierto que nuestra vida estará en línea con los Propósitos del Eterno.
Pero si olvidamos esta Verdad y en un arranque de orgullo o de dureza mental, persistimos ante las dificultades, no hay talento ni voluntad que supere los problemas.
Como decía mi padre, siempre es mejor pasar por la puerta que pretender atravesar las paredes a golpes con nuestra cabeza.
Finalmente tendremos grandes dolores y no habremos conseguido lo que nos proponíamos!
Si una sencilla reflexión nos acerca a lo que enseña el Todopoderoso, por qué no la utilizamos?
Lucas 12:26
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
