Algunos hermanos analizábamos nuestras vidas y los objetivos más importantes que nos planteábmos y hubo muchas discrepancias en cuanto a que era lo más trascendente para un creyente.
Esta especie de debate fue un amplio repaso a muchas cuestiones que los creyentes debemos plantearnos y sobre todo, debemos definir pensando en las razones de nuestra presencia en el mundo.
Cuando intentamos resumir todo lo que se había hablado, percibimos con gran desconcierto que en la lista de todos los asuntos que teníamos pendientes nos habíamos olvidado de Dios.
Esta comprobación nos llevó rápidamente a un interrogante: Como es posible que nos hayamos olvidado de Dios? Que significado tenía ese olvido para personas que nos consideramos sus hijos?
Nuevamente nos adentramos en otra especie de debate, pero decidimos apartarnos y tratar de responder por nosotros mismos, estas dos preguntas tan inquietantes.
Quizás lo que más nos ha sorprendido de nuestro análisis personal, es que vivimos con demasiada confianza en nosotros mismos, teniendo como recurso final y hasta podríamos decir que como salvavidas, al propio Dios.
Pero es así que debemos vivir? Por qué mos lo fundamental en accesorio? Por qué no buscamos a Dios con ahinco, con denuedo, en las buenas y en las malas circunstancias? Creemos que las respuestas son estrictamente personales.
Deuteronomio 4:29
Diego Acosta García