CONGREGACIÓN
del SÉPTIMO MILENIO
La letra de una canción dice: con mi Dios yo saltaré los muros, con mi Dios ejércitos derribaré, el adiestra mis manos para la batalla… la cantamos tantas veces, pero… ¿ la creemos? ¿ la vivimos?
Son muchas las batallas en la vida de un cristiano, tenemos las que enfrentan todos los seres humanos, más las que se añaden por ser un hijo de Dios; lo que me sorprende es lo desprevenidos que estamos en ocasiones y como caemos en la trampa de la discusión, del juicio, de la división, del desánimo, caemos en la tibieza, en la amargura, el resentimiento, la indignación, entramos en polémicas y murmuraciones o dejamos que la duda nos aleje del Señor.
Hace unos días me encontré con alguien que servía al Señor y que alababa a Dios y oraba al Padre; se había desencantado y dejó que en su corazón entrara queja hacia los hombres, se apartó del Señor y ahora su vida va mal pero no lo reconoce, sigue enfadada con Dios. Por supuesto ella no se culpa, la culpa es de los demás.
La palabra de Dios dice en la Carta de Efesios 6: 12 que no tenemos lucha contra sangre ni carne… estamos advertidos, tendremos luchas, se nos presentaran batallas pero Dios nos dice que tenemos que estar fortalecidos en el poder de su fuerza. No caigas en el engaño, no dejes que tus pies queden presos en las asechanzas entretejidas para hacerte sucumbir de la fe.
En otro versículo del mismo capítulo dice: y calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz. Apresto es: Preparación a que se someten los tejidos para que tengan mayor consistencia. Si lees la palabra de Dios, si hablas con Él, si le escuchas, si le honras, si le obedeces, si atesoras la palabra leída y la pones por obra, tu tendrás esa preparación, tu tendrás consistencia, resistencia y podrás enfrentar cada prueba y cada dificultad que venga a tu vida, sabrás que aquello que te está pasando no es culpa de nadie, es algo para lo que Dios te ha preparado. Hay un verdadero enemigo, de eso también aprendes con el Señor y además te da las armas para vencerle, no debes temer. Pero hay un enemigo verdaderamente peligroso para ti, Tú, tú mismo . Has de aprender a conocerte y a someterte a Dios, salta ese muro, derriba ese ejército, Dios te adiestra, te prepara para la batalla, eres más que vencedor. Calza tus pies y corre la carrera de la fe.
Lourdes Diaz