DESÁNIMO

Con angustia, un hermano confesaba en una reunión de oración, que se sentía abatido y que cada día le costaba más levantarse.

La principal causa de esa situación era que debía soportar varias enfermedades, que con el paso de los años se iban agravando.

En verdad fue impactante escucharlo, sobre todo porque lo hacía delante de quienes casi a diario compartíamos tareas en la congregación.

Me vino entonces una reflexión acerca de las circunstancias. Y estaba relacionada con la importancia que tienen, principalmente cuando nos sentimos débiles.

Hablé entonces con el hermano que pasaba horas de tribulación y le dije con crudeza y sinceridad, que no debíamos permitir que las circunstancias tomaran control de nuestra vida.

Es mucho más difícil hacerlo que decirlo, pero un principio de solución, es comenzar a entenderlo. A saber que las circunstancias son el enemigo declarado de nuestra confianza en el Señor.

Si mi alma se abate, es porque pienso  que Dios se ha apartado de mí, que no escucha mis oraciones ni le importa como es mi estado.

Ninguna de estas cosas son ciertas, pero el día a día parece convertirlas en certeza. Luchemos contra el desánimo, no con nuestras fuerzas que son pocas, sino con la energía de saber que el Eterno nunca nos abandonará. Nunca.

Habacuc 3:17-18

ES –Aunque la higuera no florezca,

Ni en las vides haya frutos,

Aunque falte el producto del olivo,

Y los labrados no den mantenimiento,

Y las ovejas sean quitadas de la majada,

Y no haya vacas en los corrales;

Con todo, yo me alegraré en Jehová,

Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

PT – Porquanto, ainda que a figueira não floresça,

nem haja fruto na vide;

o produto da oliveira minta,

e os campos não produzam mantimento;

as ovelhas da malhada sejam arrebatadas,

e nos currais não haja vacas,

todavia, eu me alegrarei no Senhor,

exultarei no Deus da minha salvação.

Diego Acosta / Neide Ferreira