DESÁNIMO

Con angustia, un hermano confesaba en una reunión de oración, que se sentía abatido y que cada día le costaba más levantarse.

La principal causa de esa situación era que debía soportar varias enfermedades, que con el paso de los años se iban agravando.

En verdad fue impactante escucharlo, sobre todo porque lo hacía delante de quienes casi a diario compartíamos tareas en la congregación.

Me vino entonces una reflexión acerca de las circunstancias. Y estaba relacionada con la importancia que tienen, principalmente cuando nos sentimos débiles.

Hablé entonces con el hermano que pasaba horas de tribulación y le dije con crudeza y sinceridad, que no debíamos permitir que las circunstancias tomaran control de nuestra vida.

Es mucho más difícil hacerlo que decirlo, pero un principio de solución, es comenzar a entenderlo. A saber que las circunstancias son el enemigo declarado de nuestra confianza en el Señor.

Si mi alma se abate, es porque pienso  que Dios se ha apartado de mí, que no escucha mis oraciones ni le importa como es mi estado.

Ninguna de estas cosas son ciertas, pero el día a día parece convertirlas en certeza. Luchemos contra el desánimo, no con nuestras fuerzas que son pocas, sino con la energía de saber que el Eterno nunca nos abandonará. Nunca.

Habacuc 3:17-18

ES –Aunque la higuera no florezca,

Ni en las vides haya frutos,

Aunque falte el producto del olivo,

Y los labrados no den mantenimiento,

Y las ovejas sean quitadas de la majada,

Y no haya vacas en los corrales;

Con todo, yo me alegraré en Jehová,

Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

PT – Porquanto, ainda que a figueira não floresça,

nem haja fruto na vide;

o produto da oliveira minta,

e os campos não produzam mantimento;

as ovelhas da malhada sejam arrebatadas,

e nos currais não haja vacas,

todavia, eu me alegrarei no Senhor,

exultarei no Deus da minha salvação.

Diego Acosta / Neide Ferreira

AMARGA SORPRESA EN ROMA

500 ANIVERSARIO…A 260 DÍAS

NOTAS DE LA REFORMA / 47

20 de Febrero de 2017

Lutero era esencialmente un hombre nacido y criado en el temor a Dios y siendo sacerdote arrastraba la carga de las enseñanzas recibidas.

Por estas razones se conmovió al ver a la iglesia de Roma sumergida en un ambiente que la alejaba totalmente de lo que él esperaba.

El papa Julio II se encontraba en campaña contra el duque de Ferrara y esto llamó poderosamente la atención del joven monje agustino.

También lo afectaron las conductas de otras dignidades de la iglesia e incluso la de los propios sacerdotes que formaban la curia romana.

Se atribuye a Lutero esta frase:  Yo he visto en Roma celebrar muchas misas, y me horrorizo cuando lo recuerdo. Yo sentía grande disgusto al ver despachar la misa en un trist-tras, como si fuesen prestidigitadores. Cuando yo celebraba al mismo tiempo que ellos, antes que llegase a la lectura del Evangelio, ya habían concluido sus misas, y me decían: Despacha, despacha, hazlo brevemente. Envía pronto el hijo de nuestra Señora a casa. Y cuando tenían (según la doctrina de la Iglesia romana) el cuerpo del Señor en su mano, murmuraban: « Tú eres pan, y permanecerás pan ».

Lo concreto es según los biógrafos que Lutero realizó todo el viaje hasta Roma y durante la permanencia en la sede de la iglesia católica, bajo la impresión causada por una sola frase: «El justo por su fe vivirá.»  Esta frase trascendente sobre su vida la había leído en Habacuc 2:4.

Diego Acosta

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