En estos tiempos tan complejos en los que nos toca vivir, daría la sensación de que siempre estamos esperando algo que sea diferente a lo que estamos viendo todos los días.
En un clima casi opresivo de corrupción y de frivolidad, pareciera que estamos aguardando que algo ocurra para que las cosas mejoren o se modifiquen.
Hablando de eso, alguien nos dijo, que lo que estamos esperando es una actitud de las personas que tienen la responsabilidad de influir en la sociedad.
Esa actitud suena a bastante poco, lo que nos puede dar la medida de todo lo que está ocurriendo, cuando vemos que la avaricia y el deshonor son una forma de vida.
Y pensando en nosotros mismos, podríamos preguntarnos: ¿Y yo que hago por cambiar la sociedad en la que vivo? Respuesta: Bastante poco por no decir casi nada.
Sin embargo es a cambiar la sociedad para lo que fuimos llamados, para influir verdaderamente en el mundo es que recibimos el mandato de Jesús, para demostrar que verdaderamente somos sus discípulos.
Tal vez podamos concluir que para cambiar el mundo, tengamos que empezar por nosotros mismos. Seamos osados y valientes con la osadía y la valentía que viene de lo Alto y comencemos a tener la actitud que se nos demanda como hijos de Dios.
Tito 2:7
Diego Acosta García