DEVOCIONAL
Decía el rey David que aborrecía a los que esperan en vanidades ilusorias, poniendo de manifiesto como muchas personas se debaten en sus anhelos muy alejados de la realidad.
Este pensamiento sigue teniendo vigencia en nuestro tiempo, porque pareciera que los hombres somos incapaces de aprender la lección, de que en la espera lo único válido es la confianza.
Pero confiando en qué o en quién?
Si la respuesta es en qué, estamos errados, porque no sería otra cosa que la confianza en la propia fuerza, en la capacidad natural o en la adquirida con los años o con estudios.
Si la respuesta fuera en quién, sería muy triste comprobar que depositamos nuestra confianza o en ídolos fabricados por hombres como nosotros mismos.
O lo que resulta peor aún, en hombres que se adjudican poderes especiales para adivinar el futuro o para predecir acontecimientos, sin ninguna posibilidad de acierto.
David nos enseñó que en la espera solo debemos de confiar en el Eterno, la Roca inamovible segura y cierta.
Salmo 31:6
Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias;
mas yo en Jehová he esperado.
Diego Acosta / Neide Ferreira