LA INFLUENCIA

En las relaciones humanas siempre se van estableciendo determinados niveles, que permiten que unas personas predominen sobre otras, en lo que llamamos la influencia.

Esto puede ser bueno o puede ser malo, dependiendo de cómo es la otra persona, de cuáles son sus ideas y sobre todo como son valores espirituales.

En otras palabras, si la influencia que recibimos es la correcta estaremos creciendo en la dirección adecuada. Pero si no fuera así, estaremos abandonando la senda estrecha.

Esto no significa que la persona que pueda tener predicamento sobre nosotros sea un hombre o una mujer de malos principios, simplemente se trata de entender que quizás esos principios no coincidan con los nuestros o no nos sean convenientes.

Los buenos principios de otros pueden entrar en conflicto con los que debemos sostener como elementos fundamentales de nuestra fe y entonces, dejaran de ser buenos para convertirse en alarmantes.

Esto significa que constantemente debemos de escudriñar las actitudes y los pensamientos de quienes nos rodean, para tratar de contrastar todo lo que dicen o lo que hacen con la Palabra de Dios.

Este ejercicio de prudencia nos ha sido dado como un mandato, a efectos de que nadie nos engañe y también para que con nuestras actitudes permisivas nos dejemos engañar.

Proverbios 1:10
Diego Acosta García

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