La portentosa escena de Moisés alzando su vara para separar las aguas del Mar Rojo, puede ser una de las más notables revelaciones de la Biblia.
Los judíos acosados por los egipcios, se lamentaban de haber dejado ese país, ya que ahora también se enfrentaban a las aguas.
Tanto Moisés como los liberados, dudaron por lo que estaba ocurriendo!
Situación que tiene mucho de parecido con las que vivimos a diario, cuando dudamos primero de nosotros mismos y después del Eterno.
Por eso el patriarca le habló a su pueblo y les dijo que no temieran y permanecieran firmes.
Utilizó el temor, que pertenece a lo espiritual y no el miedo que afecta a lo físico. Y eso puede entenderse como la falta de confianza en el Señor.
Lo cierto es que aunque tengamos al enemigo acosando nuestra espalda y a nuestro frente un mar bravío, no debemos de temer.
No se debe inquietar nuestro ánimo, porque es evidente que no vendrá Moisés con su vara para darnos una solución, pero sí vendrá el Altísimo para ayudarnos en el momento preciso.
Todo depende de la medida de nuestra fe, como dependió de la medida de la confianza de Moisés en Jehová al extender su vara sobre el Mar Rojo.
Hoy y todos los días reflexionemos sobre esto…El Mar puede estar frente a nosotros en cualquier momento y es entonces cuando debemos tener la confianza necesaria y suficiente para esperar un milagro grandioso.
Esto lo digo y me lo digo, para que mi ánimo no decaiga, porque la vara de Moisés es el Poder de Dios!
Éxodo 14:15-17
Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería.
Êxodo 14:15-17
Então, disse o Senhor a Moisés: Por que clamas a mim? Dize aos filhos de Israel que marchem.
E tu, levanta a tua vara, e estende a tua mão sobre o mar, e fende-o, para que os filhos de Israel passem pelo meio do mar em seco.
E eis que endurecerei o coração dos egípcios para que entrem nele atrás deles; e eu serei glorificado em Faraó, e em todo o seu exército, e nos seus carros, e nos cavaleiros.
Diego Acosta / Neide Ferreira