DÉCIMA PLAGA

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El proceso iniciado por Jehová para la liberación de su pueblo cautivo en Egipto, culminó con el anuncio de la décima plaga, que sería peor que la horrorosa novena de las tinieblas.

En este caso morirían todos los primogénitos de Egipto y las muertes no afectarían a los israelíes ni a sus animales, tal y como aconteció en las plagas anteriores.

La muerte el primogénito tenía especial trascendencia, pues en el caso de Faraón, era su heredero natural y daba continuidad a la dinastía, además de recibir el doble de la herencia de los bienes de su padre.

Jehová estableció la fiesta de la Pascua y mandó pintar con sangre todos los portales de las casas donde habitaban los israelitas, con el fin de que la muerte no los afectara.

La muerte de los primogénitos tuvo una gran repercusión en el aspecto religioso, porque muchas de las deidades egipcias estaban representadas por animales y su muerte, significaba la manifiesta falta de poder ante el Dios de Moisés y de los israelitas.

Finalmente Faraón tomó una decisión que se recoge en Éxodo 12:31-32 hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. 32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.

Faraón no se había arrepentido pero sí admitido su derrota. Culminó así uno de los episodios más extraordinarios de la historia del Pueblo de Israel.

Diego Acosta

OCTAVA PLAGA – I

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El enfrentamiento de Faraón con Jehová comenzó a llegar a su final con el desarrollo de la octava plaga. Jehová mandó a Moisés, junto a su hermano Aarón, para que fueran a la corte con un fin específico.

El Todopoderoso anunció a sus enviados que había endurecido el corazón de Faraón y el de sus siervos, para demostrarles quién era ÉL que se revelaba a través de sus señales.

Esta vez las palabras de Moisés fueron categóricas: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.  La pregunta de Jehová tenía el agregado de la advertencia: Si no se permitía que los israelíes se fueran, enviaría al día siguiente sobre Egipto la langosta.

Las consecuencias serían tremendas: las langostas cubrirían toda la tierra y comerían todo lo que escapó de los daños de la anterior   plaga de granizo.

Además llenarían las casas de Faraón, la de los siervos y las de todos los egipcios, como nunca vieron los ojos de sus padres y abuelos, como nunca hasta hoy. Tras el anuncio se retiraron.

Entonces por primera vez los siervos de Faraón intervinieron para pedirle que aceptara los reclamos de Jehová para que no continuara la destrucción de Egipto.

Faraón aceptó e hizo llamar a Moisés y Aarón y les preguntó quienes serían los que se irían y la respuesta fue que serían los niños, los viejos, sus hijos e hijas, además de las ovejas y vacas para celebrar la fiesta solemne de Jehová.

Ante ello reaccionó Faraón anunciándoles que solamente permitiría que salieran los hombres, sin acceder a que también lo hicieran los niños. De esta manera pretendió asegurarse que regresarían tras la adoración a Jehová, rompiendo el acuerdo y desencadenando la octava plaga.

Diego Acosta

SIETE PLAGAS SOBRE EGIPTO

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El Proceso iniciado por el Dios Todopoderoso para liberar a su Pueblo de Egipto, se estaba cumpliendo y afectando seriamente el poder de Faraón.

El soberano más poderoso de la tierra solo tenía un problema: Los judíos que habitaban en la rica tierra de Gosén. En contra de lo que había previsto su padre, no se integraron con los millones de habitantes del Reino.

Al contrario de 70 personas crecieron hasta ser cientos de miles y formando un núcleo poderoso, que se mantenía al margen de la vida de los egipcios.

Las siete primeras plagas tuvieron algunos detalles singulares. Las tres primeras fueron anunciadas por Aarón y de ellas  dos pusieron en alerta a Faraón, que fueron la de conversión en sangre de todas las aguas y la presencia de millones de ranas.

La restante, la tercera, llegó sin ser anunciada y fue la de los mosquitos o piojos o pulgas. Faraón lejos de conceder el pedido de los enviados de Jehová, respondió endureciendo su corazón.

En la siguiente serie de tres plagas cambió el protagonista que pasó a ser Moisés, quién anunció las dos que azotarían a Egipto: tábanos y peste que afectó principalmente al ganado. La última llegó sin advertencia ninguna y fue la de las úlceras.

Moisés anunció el hecho sobrenatural que se abatiría sobre Faraón y su Reino: el del granizo gigantesco y el fuego, que desafió toda forma de lógica humana. Granizo y fuego, juntos…

Faraón se tendría que enfrentar a las siguientes pestes, que serían las finales hasta la liberación del Pueblo de Dios.

Diego Acosta

SEXTA PLAGA

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La actitud desafiante de Faraón ante Jehová, provocó un nueva reacción del Todopoderoso. La plaga de las úlceras se inició con el Mandato a Moisés y Aarón.

Era la primera vez que se vería afectada la salud humana y también otra circunstancia en la que los hermanos no tendrían que usar la vara.

Jehová ordenó que tomaran cenizas de un horno y que Moisés la esparciera delante de Faraón. Las cenizas se convertirían en polvo sobre todo Egipto y producirían dos consecuencias: provocarían sarpullidos y úlceras sobre los hombres y también sobre el ganado.

Los hornos que formaban parte de los trabajos excesivos que Faraón imponía a los israelitas, en este caso serían las proveedoras de las cenizas que utilizó Jehová en el cumplimiento de su Orden.

Cuando Moisés cumplió lo establecido por Jehová y las cenizas se convirtieron en polvo, los hombres fueron víctimas de sarpullidos y de úlceras.

El Libro de Éxodo revela que también las sufrieron los hechiceros, que habían dejado de ser mencionados a partir de la tercera plaga. Esto deja en evidencia que Faraón los seguía utilizando a pesar de los fracasos que habían tenido en su lucha contra las plagas.

En el Libro de Apocalipsis se menciona nuevamente al castigo de las úlceras cuando el primero de los siete ángeles derramó su copa cumplió la orden de derramar las siete copas de la Ira de Dios. Apocalipsis 16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.

Faraón y tal como Jehová había anunciado a Moisés, no escuchó el reclamo de liberar a su Pueblo. Y en este caso fue el propio Dios quién volvió a endurecer el corazón del soberano de Egipto. De esta manera lo entregó a los malignos propósitos de su corazón

Diego Acosta

 

QUINTA PLAGA

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Tras haber sufrido cuatro plagas Faraón, seguía con el corazón endurecido y Jehová mando entonces a Moisés que le anunciara que si mantenía su decisión de no dejar marchar a su pueblo enviaría una nueva plaga sobre el ganado de Egipto.

Por segunda vez se le anunció que habría una distinción: Éxodo 9:4  Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. Y para refrendar el carácter de milagroso se le hizo otro anuncio, Éxodo 9:5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.

Al día siguiente se cumplió el anuncio que Moisés había formulado en nombre de Jehová. Murió el ganado de los egipcios, pero ninguno de los rebaños de los israelíes.

Faraón mandó comprobar si el anuncio se había cumplido con el Pueblo de Israel en la región de Gosén y los enviados le confirmaron que en sus ganados no había ningún muerto.

No obstante el corazón de Faraón se volvió a endurecer y no permitió la libertad que se le reclamaba. Sin embargo el golpe sufrido fue de una gran magnitud.

Los egipcios rendían culto a algunos animales. En concreto al toro Apis, la  representación del dios Ptah. En algunas regiones se adoraba a las vacas, porque representaban a la diosa Hathor. En esos casos se la simbolizaba con la imagen de una mujer-vaca.

Las pérdidas no solo fueron materiales sino también afectaron algunas cuestiones de gran importancia para los egipcios. Por algunas evidencias, los únicos animales que no murieron fueron los que se encontraban en los establos y no pastando en los campos.

Diego Acosta

PLAGA DE MOSCAS

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A diferencia de las tres plagas anteriores, ya no es Aarón el que ejecutará las órdenes de Jehová, sino que ahora será el propio Moisés el que tendrá a su cargo el anuncio y la ejecución del cumplimiento de lo dispuesto por el Eterno.

Moisés fue temprano y habló con Faraón que acababa de salir del río y le anunció que si no deja salir a los suyos, habría una nueva plaga sobre Egipto.

Pero en este caso, Jehová le anunció que habrá una diferencia entre su pueblo que habita en Gosén y sus súbitos.  Éxodo 8:23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. Jehová cumplió su anuncio y hubo una molestísima plaga sobre todo Egipto.

Faraón llamó a Moisés y Aarón y les ofreció que los israelíes se marcharan a ofrecer sacrificios a Dios en la tierra. Pero los enviados de Jehová rechazaron y propusieron salir al desierto durante tres días.

Ellos no podían aceptar ofrecer sacrificios al Eterno en medio de la corrupción de Egipto, ni entre los ladrillos que fabricaban ni entre las ollas de carne que cocinaban.

Faraón finalmente aceptó que así se hiciera y pidió que oraran por él y que la plaga de las moscas terminara. Moisés oró a Jehová y el Todopoderoso retiró todas las moscas, pero Faraón no cumplió su promesa de liberar al Pueblo de Dios. Su corazón estaba endurecido por la soberbia y la codicia por las riquezas que le proporcionaban los cautivos.

Diego Acosta