Esconderse siendo niños, es una forma de diversión que con diferentes nombres, creo que hemos jugado la mayoría de nosotros.
Y es bueno que haya ocurrido y que siga ocurriendo.
Esconderse de mayores, en cambio, no solamente es grave sino que encierra verdaderas definiciones sobre nuestro carácter y también sobre nuestra relación personal con Dios.
Podríamos preguntarnos: Quienes se esconden…y de qué o de quién?
Probablemente todos nos escondamos de algo, que es una manera de decir que tratamos de no asumir nuestras responsabilidades en el momento preciso.
Esta ha sido una de mis grandes preocupaciones en mis años de creyente, tratar de no esconderme o de disimular mi condición de ser seguidor de Jesús.
La cuestión es muy grave pero más grave se torna, cuando con nuestra conducta tratamos de inducir a otras personas a hacer lo mismo.
Para que se entienda mejor la idea, sería como si Pedro hubiera intentado buscar que otros discípulos, hicieran lo mismo que él: Negar al Hijo del Hombre.
No son tiempos ni para el disimulo ni para escondernos!
Todo lo contrario!
Los propios acontecimientos nos llevan a tomar posiciones, que cada vez serán más difíciles de adoptar y sobre todo en forma pública.
Pero nadie puede excusarse, porque la Palabra de Dios nos recuerda, que al que mucho se le ha concedido, mucho se le reclamará.
Cada uno en su lugar, y yo en el mío, tendremos que hacer frente a lo que Jesús nos ha mandado a hacer!
Predicar el Evangelio, no es lo mismo que esconderse como los niños o ser indiferentes ante la maldad!
Proverbios 21:8
ES – El camino del hombre perverso es torcido y extraño;
Mas los hechos del limpio son rectos.
Pt – O caminho do homem perverso é inteiramente tortuoso,
mas a obra do puro é reta.
Diego Acosta / Neide Ferreira