PALACIOS? 1

Viendo algunas fotos de los grandes templos que se levantan en varias ciudades del mundo, el Espíritu me recordó un  episodio que ocurrió hace muchos años en el interior de un país de América.

Por causa de una grave situación que enfretaban unos amigos personales sentí la necesidad de pedir oración a los hermanos de una Iglesia y fue así como busqué la más próxima.

Cuando entré en el humildísimo lugar de culto pude apreciar que se había estado regando el suelo, por lo que se levantaba el inconfundible aroma de tierra mojada.

En el interior varias hermanas oraban junto con el joven pastorigle3 y su esposa a quienes les comenté la situación que estaban viviendo mis amigos. El pastor advirtió fácilmente mi condición de visita y me comentó:

Hermano yo no sé cómo será su iglesia, pero en esta que tiene suelo de tierra que acabamos de refrescar, tenemos la certeza que Dios nos acompaña.

Por esa razón oremos, aunque no estemos en un palacio ni aunque no tengamos ni siquiera una guitarra para alabar al Señor, pero tenemos la certeza que nos escucha.

Fue una oración intensa que con los hechos el Eterno demostró que la había recibido, en una iglesia de un apartado lugar del mundo donde también se lo honraba en la más extrema humildad.

1 Pedro 5:5
Diego Acosta García

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