DEVOCIONAL
Alguna vez nos deberíamos detener a pensar el significado que tiene el aceptar cualquier forma de injusticia y sin reaccionar.
Nos convertimos en cómplices de la injusticia y lo que es más grave todavía, la aceptamos en nuestra vida de la misma manera que podemos aceptar una maldición.
Es decir: aceptando una injusticia es como si aceptáramos una sentencia sobre nuestra vida, porque no obramos como lo que somos: hijos de Dios.
Cada vez que nos enfrentemos ante cualquier forma de injusticia debemos actuar sin ninguna vacilación, no aceptando lo que haya ocurrido y poniéndola delante del Dios Todopoderoso.
Sabiendo siempre, que nunca deberemos tratar de ejercer justicia por nuestra mano, porque suya es la venganza.
Porque si no obramos de esta manera, estamos impidiendo que el Eterno, quién es el Juez supremo sobre nuestra vida, pueda establecer lo verdadero y lo que realmente sea justo.
Ser hijos de Dios tiene una alta responsabilidad que sintetiza a todas: debemos comportarnos siempre en esa condición y no aceptar ser víctimas de injusticias humanas ignorando el Poder infinito de nuestro Padre.
Isaías 41:10
No temas, porque yo estoy contigo;
no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo;
siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Diego Acosta – Neide Ferreira