Es más que habitual que se nos exhorte a obrar ante cada situación, pensando en cómo lo haría Jesús.
Creo que de tanto usar este argumento lo hemos desvirtuado y ha pasado a ser, una fórmula más de un tipo de mensaje pretendidamente constructivo.
Si de verdad debiéramos obrar como el Hijo del Hombre, muchas de nuestras tradiciones cambiarían y de un modo rotundo.
Una de ellas sería la de especular con la forma de decir determinadas cosas, para tratar de hacerlas más suaves y más fáciles de asimilar por quienes las reciben.
Es decir: Tratamos que aquellas decisiones que son duras pero ineludibles, sean expresadas de una manera más atemperada, para que no resulten tan ásperas.
Ahora bien: Es así como obraría Jesús?
Rotundamente NO!
El Mesías nunca usó medias palabras ni las dulcificó. Cuando consideró que debía ser directo, lo hizo sin ninguna clase de contemplaciones.
Soy yo, el creyente de este tiempo, el que trata de que las palabras sean menos contundentes, menos claras y por tanto, corro el riesgo de que no sean todo lo eficaces que deberían ser.
Las congregaciones no son reuniones sociales!
Las congregaciones son constituidas por personas que debemos ser exhortadas, alentadas y también corregidas. Sin juzgar a nadie y siendo generosos con quienes se apartan de los mandatos del Supremo.
Si no procedemos como Jesús lo haría, estamos desvirtuando sus propias Palabras y las estamos convirtiendo en tristes remedos que no ayudan a nadie, salvo a la obra destructiva del enemigo.
Quién limpiará el templo como Jesús?
Mateo 21:12-13
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Diego Acosta / Neide Ferreira