SÉPTIMO MILENIO: EL PODER DEL PERDÓN (3-4)

Durante muchos meses viví bajo la sensación de que el perdón que le había ofrecido a mi madre había solucionado el viejo problema que se había planteado entre nosotros.
Creía sinceramente que con mi perdón el tema se había solucionado definitivamente y que no era necesario más volver sobre la cuestión, porque era un asunto que pertenecía al pasado.
Sin embargo cada tanto surgía el recuerdo de la relación madre-hijo y también la Bl14jn13inquietud que provocaba la sola memoria de lo ocurrido a lo largo de muchos años.
Fue entonces cuando la Misericordia del Espíritu Santo comenzó a obrar en mi interior para producir la revelación que era absolutamente necesaria para completar la cuestión del perdón.
Una madrugada nos vino el pensamiento acerca de la inquietud que provocaba el recuerdo de mi madre y todo lo que había ocurrido entre nosotros.
Entonces pensé: Si ya la he perdonado, por qué esta insistente incomodidad con relación al tema? Hay algo que todavía ha quedado sin resolver y de allí ese recuerdo reiterativo?
El Espíritu reveló que efectivamente, había algo tremendamente importante que hacer con relación al Perdón y a sus efectos sobre la vida de las personas.
Y la Revelación fue: Que debía pedirle perdón a mi madre! Para mi enorme sorpresa este argumento quedó completamente fuera de mi entendimiento y de mis elucubraciones.
Razonaba: Si fui quién sufrió a lo largo de los años las actitudes de mi madre, como además de todo lo que había ocurrido, le debía pedirle perdón a ella?
No hubo respuesta del Espíritu a este interrogante, que me dejó conmocionado y además sin argumentos de los líderes espirituales con los que había comentado la situación.
Como es de suponer seguía orando pidiendo al Espíritu la necesaria aclaración a esta situación que comenzaba a convertirse en una auténtica obsesión.

Oramos para que esta cuestión ayude a quienes se encuentran en situaciones parecidas y sean ayudadas por el Espíritu para su solución.

Diego Acosta García

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