La Palabra de Dios nos lleva a reflexionar acerca del lugar donde hemos nacido y a nuestra condición de extranjeros. Reproducimos el comentario publicado por el Diario El Mundo de España, con relación a una carta publicada por el Semanario alemán Der Spiegel.
La vergüenza de un español en Alemania
Juan Moreno es un brillante periodista español que vive en Berlín. Su crónica en ‘Süddeutsche Zeitung’ ha sido objeto de un libro, es comentarista de radio en WDR y escribe también reportajes para el semanario ‘Der Spiegel’, en el que acaba de firmar un estremecedor artículo en el que renuncia públicamente a su pasaporte español.
El detonante de este borbollón de amargas reflexiones y encontrados sentimientos ha sido la invitación por parte del Ayuntamiento de su localidad natal, ubicada en Almería, a pronunciar el pregón de las fiestas el próximo mes de octubre.
El hecho de enfrentarse a un papel en blanco en el que escribir lo que les diría a sus compatriotas ha desencadenado un torrente de amargas convicciones que, encadenadas unas con otras, parecen haberle situado ante el espejo de su propia identidad, que ya no es española.
Para empezar, se pregunta por qué en su pueblo, en lugar de llamarle a él, no le han ofrecido ese honor a su padre, que volvió a España hace ya muchos años después de haberse ganado la vida en Alemania como Gastarbeiter. «Mi padre fue solo cuatro años a la escuela, creció en una casa sin electricidad ni agua caliente, cumplió 18 años sin haber utilizado un cuarto de baño. Por eso, cuando le preguntaron en la oficina de reclutamiento alemana si sería interesante para él un trabajo en la Instalación de Aguas, respondió que la Instalación de Aguas era su pasión», escribe en su artículo titulado ‘Amigos’.
«Posiblemente mi padre es el responsable de la mayor serie de reparaciones de cuartos de baño de la historia de Offenbach», prosigue, «pero no estuvo nunca en paro, ni un solo día. Y eso no es algo de lo que puedan presumir muchos andaluces».
Recuerda que en su solicitud de ingreso a la Escuela de Periodismo Alemana, cuando tenía 27 años, escribió orgulloso: «Me llamo Juan Moreno y vengo de un pequeño pueblo andaluz en el que los hombres todavía son hombres y por ese motivo las ovejas deben tener miedo».
Ahora, 14 años después, sus padres están «aterrorizados» ante la posibilidad de que, en el pregón, diga lo que realmente piensa sobre el pueblo y sobre España en general. «¿Por dónde debería empezar, amigos? ¿Por los 200 políticos españoles que deben responder por casos de corrupción?», se pegunta.
Duda entre referirse primero a los casos de dopping que acaban con escuetas penas de libertad condicional, y sospecha qué dirían los del pueblo si aludiese a la belleza de las playas españolas, sembradas con 24.000 casas que violan impunemente la ley de costas. Añade, con cierto bochorno, las declaraciones de la ministra Fátima Báñez que atribuía la marcha de España de miles y miles de jóvenes al ansia de aventuras. «Se mudan de Madrid a Delmenhorst porque quieren armar la marimorena», ironiza.
Recuerda con tristeza que «España tiene los políticos que se merece. Ni un solo político español ha dado un golpe para hacerse con el poder». «Estoy harto del gimoteo en los cafés, del despotrique sobre Merkel, sobre Europa, ya no lo soporto más. Cuando la música todavía sonaba en la gran fiesta española, nadie se interesaba por Merkel», nos reprocha a sus compatriotas.
«España es un país en el que los políticos de los pueblos ganan elecciones porque traen grupos de música populares a las fiestas o porque les ponen nombres a las calles sobre los que las comunidades no pueden ni hablar. Un país en el que hasta los conventos le pagan en negro al jardinero. Un país en el que hay pueblos, como el de mis padres, en el que la mayoría de los habitantes o trabajan en negro, o no pagan impuestos como deben o le deben su empleo a los amigos políticos», continúa con amargura, para concluir que «al honor de semejante país, prefiero no pronunciar ningún discurso».
Juan Moreno se despide: «Me quedo en casa, en Alemania».
Press SM – Diego Acosta García – Corresponsal en Berlín.