SILENCIO

Pocas cosas impactan tanto, como entrar de golpe en un tiempo de absoluto silencio. Nuestros oídos quedan sorprendidos y naturalmente nosotros más todavía.

Alguna vez leímos que a veces el silencio es aturdidor…y seguramente debe ser así. Esta es la situación absolutamente opuesta a la forma en que vivimos.

El ruido domina por completo nuestro sistema nervioso y nos hace perder objetividad sobre qué es bueno o es malo con relación a lo que podemos llegar a soportar.

Vivimos en una especie de escalada hacia silen1niveles más altos de ruido y esto con toda seguridad no es bueno ni para nuestro cuerpo ni para nuestra vida interior.

Por qué? Lo relacionado con el cuerpo es demasiado evidente y lo relacionado con nuestro interior, podríamos decir que el exceso de ruido, el aturdimiento nos aleja del Señor.

En qué sentido? A mayor volumen de ruido es más difícil que podamos escuchar el suave susurro del Espíritu cuando nos habla y estamos tan perturbados que finalmente no lo escuchamos.

Sería bueno que nos alejemos del ruido del mundo y tratemos de encontrar el silencio en el que podamos verdaderamente hablar con el Señor… y sobre todo que lo podamos escuchar.

El Shalom del que nos habló Jesús es un equilibrio total y solamente lo podremos encontrar en el silencio. No en el ruido que nos altera y nos perturba y nos aleja de Su Palabra.

Lamentaciones 3:25-26
Diego Acosta García

www.septimomilenio.com

Foto: Federico Acosta – www.efedeaphotos.wordpress.com

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