LOS HECHOS

Generalmente nuestras palabras rebozan firmeza y contundencia con relación a las cosas de Dios, pero las palabras son solamente palabras si no están acompañadas por los hechos.

Nos podemos constituir fácilmente en grandes fiscales de la vida de los demás, pero siempre tendremos sobre nuestras vidas la necesidad de confrontar nuestros propios hechos.

Por estas razones la Palabra de Dios nos recomienda la mesura, la prudencia, ser sensatos y tener el máximo cuidado con nuestras palabras para no caer en graves errores.

Si verdaderamente creemos que somos superiores a los demás por nuestra vida espiritual, también tendremos que mostrar que nuestra vida es superior a la de las demás personas.

No será solamente cuestión de declaraciones sino también de poder ejemplificar con el testimonio de nuestra conducta, que lo que decimos es lo que hacemos.

Tristemente nos encontramos con casos que atribulan nuestro corazón porque pensamos que quienes tienen determinados comportamientos, se están exponiendo al Juicio, no de los hombres sino al de Dios.

Tal vez la mansedumbre y la humildad sean el mejor camino no para juzgar a los demás, sino para ayudar a los demás a superarse y encaminar su vida espiritual.

Cada vez que juzguemos tendremos que demostrar que lo hacemos con el respaldo que nos otorga nuestro propio testimonio y entonces y solo entonces, sí podremos decir que predicamos con el ejemplo.

Job 16:19
Diego Acosta García

RECIBIR

En una ocasión una persona comentó que era tan orgullosa como un mendigo de su país, que se ofenden cuando los ayudan, con lo que estaba denotando el grado de su vanidad y también de su dificultad para recibir.

Porque si nos negamos a recibir ayuda, como es posible que podamos vivir en un mundo donde cada día más pareciera que no hay lugar ni para la bondad ni tampoco para la flaqueza?.

Se precisa en algunas ocasiones mucha valentía para admitir que estamos precisando que alguien se ocupe de nosotros, que alguien piense en estar a nuestro lado.

Esta incapacidad para recibir va tornando nuestro carácter primero y nuestro corazón después, en una sólida masa de resentimiento y amargura, porque no recibimos lo que precisamos y porque no sabemos a quién culpar por ello.

Cuando Jesús habló de ayudar al pobre, al necesitado, estaba dejando un mensaje de una profundidad impresionante, porque nos estaba ayudando a pensar en nuestras propias limitaciones.

Si no somos capaces de admitir que estamos necesitados de cualquier tipo de ayuda, como la vamos a recibir? Solamente con humildad en el corazón, podremos aceptar que alguien nos regale, aunque sea una sonrisa. Ni el perdón imprescindible para cambiar de vida.

Salmos 94:17
Diego Acosta García

HERIDOS

La Iglesia es un lugar donde cuidamos a los heridos y no herimos a las personas en el nombre de Jesús. Esta rotunda frase nos debe llamar a la reflexión más profunda.

Es verdad que la Iglesia debe cuidar a los heridos. Pero: Por qué nos sorprende tanto el hecho de que se diga que no debemos herir a las personas en el nombre de Jesús?

Esto supone poniendo la frase por la afirmativa, que efectivamente se hieren a las personas en la Iglesia. O sería más correcto decir que se hiere a algunas personas en algunas Iglesias.

Sea como sea la cuestión es tan preocupante que debemos comenzar por nosotros mismos con el tema. Acaso alguna vez fuimos heridos? Acaso alguna vez herimos a algún hermano?

Es probable que tengamos que responder afirmativamente a la pregunta de si fuimos heridos. Pero en cambio podríamos decir que es seguro que hayamos herido a algún hermano o a alguna hermana.

Debemos pensar que las peores heridas las provoca nuestra boca, lo que decimos, lo que hablamos con los demás acerca de una determinada persona.

Pensemos en esto para que no haya más heridos en la Iglesia y la única forma de conseguirlo será usando nuestras palabras con prudencia y nuestros comentarios con la mayor mesura.

Jesús nos mandó a amar al prójimo y también a nuestros enemigos. Como no habríamos de amar a nuestros hermanos de congregación? Recordemos que el amor y la misericordia no deben ser palabras, deben ser hechos!

Job 4:4
Diego Acosta García

EL MENSAJE

Tenemos la certeza de que siempre habrá una palabra para nuestra vida que pueda ser de consuelo, de edificación, de exhortación e incluso de alerta sobre alguno de nuestros hechos.

Esta certeza se confirmó una vez más frente a una foto muy simpática donde se veía, suponemos que a la mamá pata con sus hijos por detrás, caminando muy alineados.

Para quienes viven en zonas rurales podemos imaginar que es una escena más o menos conocida, pero para quienes somos habitantes de ciudad esto es prácticamente imposible de ver.

Y que llama la atención de esa imagen? La seguridad con que la madre guía a sus polluelos y la seguridad con que ellos la siguen, sabedores de su capacidad de cuidarlos.

No se parece esto a la vida cristiana? No estamos cuidados todos los días de nuestra vida por el Señor? Si es así, por qué abandonamos su cuidado y nos lanzamos a aventuras personales?

Se trata de entender que cuando obramos según la Voluntad del Señor estamos bajo su protección, somos su responsabilidad. Pero cuando decidimos obrar por nuestra cuenta todo cambia.

Debemos ser conscientes que el cuidado del Señor es una promesa perpetua, como también es el mandato perpetuo de obedecerle y ser fieles para andar en su Camino.

Proverbios 25:13
Diego Acosta García

AYUDAR

Un grupo de creyentes se planteaba la forma de ayudar a los demás haciendo realidad lo que nos demandó el Señor. La reunión que comenzó con euforia derivó en amarga decepción.

Lo que se había iniciado con todo el ímpetu de los jóvenes, se fue desvaneciendo cuando alguien preguntó: Y de donde sacaremos el dinero para ayudar a los demás?

La pregunta que era más que concreta, no tuvo en el momento ninguna respuesta. Pero pasados unos minutos y luego de la reflexión sobre el tema, hubo una respuesta que transformó todo.

Siempre ocurre que en medio de nuestros mejores propósitos, surge un inconveniente que parece insalvable, hasta que alguien en el Espíritu ora en silencio.

Entonces una de las jóvenes dijo: Y para que precisamos dinero para ayudar? A partir de ese momento se hizo una larga lista de actividades en las que no hacía falta el dinero, solamente hacía falta la decisión de ayudar a quienes lo necesitaban.

La Obra de Dios nunca se detendrá por el dinero, ni nadie podrá hacer la Obra de Dios solamente con dinero. No es dinero lo que se nos reclama: es Amor y Misericordia.

Hechos 20:35
Diego Acosta García

SÉPTIMO MILENIO: EL MORBO O LA VIDA

Sorprende la reacción de muchas personas que se quejaron con energía por las crueles imágenes divulgadas en distintos medios, de un niño asesinando a un oficial en Siria.
Lo que verdaderamente sorprende no es la reacción por la crudeza de las imágenes, que fueron consideradas morbosas y hasta ofensivas para quienes las veían.
Pocos tuvieron nada que decir acerca de que el protagonista de la escena era un niño de alrededor de 10 años, que era alentado por otras personas para cometer el bárbaro hecho.
Tampoco hubo personas que se lamentaran por la forma brutal en que una persona perdía la vida a manos de un niño, ni como nadie se interpuso para que la acción no ocurriera.
Sorprende tanta hipocresía, nos horrorizamos por las imágenes pero no nos importan los hechos verdaderos. Si esas imágenes no se hubieran divulgado, difícilmente nadie hubiera comentado nada.
Esta es la hipocresía creciente con la que nos movemos en el mundo y sobre las que debemos estar alertas para no caer en la misma actitud y para defender la vida por encima de cualquier circunstancia.
El Único que quita la vida es el que la concede y en esa creencia, debemos repudiar toda muerte y mucho más si es causada por un niño alentado por mayores, aunque el asesinado fuera un oficial de un régimen como el sirio.

Diego Acosta García

EL PRIMER AMOR

En Apocalipsis a la Iglesia de Éfeso se la pondera por muchas cosas, pero Jesús le reclama que se había dejado el primer amor, señalando una cuestión de gran importancia.

Como entendemos el primer amor? Jesús se refiere a aquellos primeros tiempos luego de convertidos cuando estamos animados por el entusiasmo y la fuerza de nuestra condición de seres nuevos.

Pero así como la congregación de Éfeso se fue apagando, de la misma manera vamos menguando con el primer amor y vamos dando paso a otro tipo de relación en nuestra condición de creyentes.

Nos vamos acomodando a la vida de la congregación, a sus normas, a sus rutinas y a medida que pasan los meses comenzamos a ser esforzados hombres y mujeres sirviendo en la Iglesia.

Consideramos que nuestra disposición para estar siempre dispuestos para cualquier actividad o necesidad que se presente, es una forma de vivir nuestra vida cristiana.

No somos advertidos de lo que nos está ocurriendo, porque en la gran mayoría de los casos, a todos les está ocurriendo exactamente lo mismo, somos grandes “hacedores”.

Pero Jesús reclama otra cosa, que volvamos a los fundamentos de nuestra relación con Él, que dejemos de afanarnos por hacer y que lo busquemos de una manera permanente.

Jesús no nos está pidiendo que no hagamos las obras de la fe, nos está reclamando como a la Iglesia de Éfeso, que le demos la máxima importancia a nuestra relación personal con Él.

Apocalipsis 2:4
Diego Acosta García

NADA PENDIENTE

Ninguno de nosotros sabe ni el día ni la hora en que partiremos con el Señor, lo que supone que debemos estar alertas para que ese momento no nos llegue con cuentas sin arreglar.

Este es un principio tan importante y a la vez tan inquietante, porque a casi nadie le supone una idea atractiva hablar de estos temas, pero forman parte de la más absoluta realidad.

La cuestión de los asuntos que todavía no hemos atendido es una antigua costumbre de los seres humanos, que vivimos postergando aquellas cosas que no nos gustan o nos suponen una tarea pesada.

En la Palabra de Dios hay varios ejemplos de personas que no estuvieron atentas a las advertencias y se quedaron con una gran tribulación porque no fueron capaces de atender sus obligaciones.

Por esta razón debemos pedir sabiduría de lo Alto para saber discernir entre lo que es importante y lo que no lo es, que casi siempre es la diferencia que existe entre lo que nos gusta hacer y lo que no nos agrada.

Con las cuestiones de Dios siempre hay dos alternativas, nunca existen más opciones porque el si es Si y el no es No. No es posible que intentemos andar por atajos inexistentes. No tengamos cuentas pendientes!

Salmos 90:12
Diego Acosta García

SERES SUPERIORES?

Seguramente muchos de nosotros cuando vemos una foto de personas nacidas en África, sentimos de manera irreprimible un sentimiento de superioridad.

Será porque entendemos que haber nacido en otros continentes nos hace diferentes y desde luego más importantes, al punto que pensamos que efectivamente hay personas por debajo nuestro.

Esta actitud se hace todavía más notable en algunas situaciones en las que el mundo de muestra orgulloso de sus logros y de sus conquistas, tratando de demostrar su superioridad.

Sin embargo podríamos preguntarnos: De qué nos sentimos orgullosos? De pertenecer a un mundo donde la avaricia, el egoísmo, el hedonismo y los afanes más primitivos se exaltan como valores de culto?

Ese es el mundo del que nos sentimos orgullosos? Es por esas razones que nos consideramos superiores frente a hombres y mujeres que nacieron en otros continentes?

Nos olvidamos de lo fundamental: Dios nos hizo iguales, nos ama por igual y Él no hace acepción de personas. Evidentemente esto el mundo no lo comparte.

Pero quienes nos llamamos hijos de Dios deberíamos aprender de una vez y para siempre que todos somos criaturas suyas, las que nosotros menos valoramos y las que más valoramos.

Seamos fieles a Jesús y amemos al prójimo con el Amor verdadero con el que Él nos ama y no hagamos a menos a nadie, porque no somos más que nadie. Ni tampoco menos que nadie.

Filipenses 2:3
Diego Acosta García

LO PRIMERO

Un hombre mayor anciano de una congregación comentaba con un grupo de jóvenes como era su vida de creyente y como había conocido al Señor y todos los detalles de ese día inolvidable.

Uno de los jóvenes le preguntó: Entonces ese día ha sido el más importante de su vida? El anciano le respondió: Si fue el día más importante, pero también lo son todos los que le siguieron.

Esta afirmación provocó una gran sorpresa entre quienes participaban de ese grato momento de fraternidad. El anciano se explicó: También hoy es el día más importante de mi vida, porque es el día en que honro al Señor.

Y cuando digo honro estoy tratando de explicar que es el día en el que puedo colocar al Señor en primer lugar en todos los aspectos de mi vida, tanto en los grandes como en los pequeños.

Los jóvenes captaron el mensaje: El Señor ocupaba en la vida de ese anciano creyente el lugar más importante y eso era sencillamente lo que hacía diferente.

El día en que todos consigamos que el Señor ocupe el primer lugar en nuestra vida, se producirá una gran transformación espiritual porque obraremos exactamente como Él quiere que obremos.

Entonces seres transformados, nuestra familia cambiará y seremos capaces de tener una convicción diferente para llevar el mensaje de Salvación a quienes lo están esperando ansiosamente.

1 Timoteo 6:16
Diego Acosta García