LA OTRA HISTORIA
Algunas civilizaciones con varios miles de años de antigüedad, utilizan el símbolo de una figura humana elemental sosteniendo con sus manos extendidas un arco.
En algunos casos se considera el Indalo o la Indala, un amuleto cuyo sexo sería femenino, por la ausencia de los atributos de la masculinidad.
Hay antecedentes de la figura en Egipto, donde se la relaciona con la invocación para que no se registre un nuevo diluvio.
Algunas tribus naturales de Estados Unidos, los Sioux, los Hopi o los Cree, le atribuyen la condición de ser quién establece la unión entre lo físico y lo espiritual.
También le conceden la condición de ser el gran guerrero que conducirá al mundo hacia la libertad.
Se registran estas figuras en diversos lugares del mundo y todas con las mismas o parecidas características. También se le atribuye el mismo origen y motivación al dibujo de Da Vinci, sobre las proporciones según Vitrubio, de finalers del siglo XV.
En otros lugares, como el sur de España, se le concede al Indalo condiciones mágicas relacionadas con la suerte o con los pedidos de que no haya grandes lluvias.
Más concretamente en Almería se lo relaciona con san Indalecio, cuya festividad se recuerda los días 15 de mayo.
Lo cierto es que este símbolo, sobre cuyas propiedades existen diversas versiones, muchas de ellas contradictorias, no es otra cosa que el resultado de la imaginería popular y la consiguiente creación de un símbolo idólatra.
Evidentemente en total contradicción con el mandato de Jehová: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios.
Diego Acosta
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