LA PREOCUPACIÓN
CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO
En su Ministerio terrenal, Jesús puso de manifiesto la necesidad que teníamos quienes seríamos sus seguidores, de ser fieles y consecuentes con sus enseñanzas.
Obligatoriamente debemos de confiar en todo lo que anunció siendo Dios hecho Hombre, en el más grande episodio de la historia de la humanidad.
De allí que es necesario que analicemos todo lo que hacemos y todo lo que decimos, no desde la pequeñez de nuestra perspectiva de hombres, sino desde la perspectiva de la Majestad del Rey.
Cada vez que nos preocupamos por una situación, nos acercamos al Hijo del Hombre, porque resulta legítimo que hagamos un ejercicio de responsabilidad personal.
En esto es lo que reconocemos nuestra condición de seguidores de Jesús: Ser responsables de nuestros hechos y de nuestras actitudes.
Esto es absolutamente legítimo!
Pero que ocurre cuando nos afligimos?
Parecen cosas muy parecidas, pero sin embargo son muy diferentes. La preocupación es un síntoma de que asumimos la parte que nos toca de una situación determinada.
Aflicción, significa que asumiendo esa responsabilidad, nos lleva al peligroso terreno de dejar de confiar en el Dios Todopoderoso y nos acercamos a la medida humana de buscar resolver con nuestras fuerzas lo que sea.
En eso consiste la gran diferencia entre preocuparnos y afligirnos!
El hombre o la mujer preocupados, revelan madurez espiritual y plena conciencia de la verdadera dimensión de cada uno y de la total dependencia que tenemos del Eterno.
El problema que afrontamos es grande, pero mayor es el que está con nosotros para resolverlo!
En cambio, el hombre o la mujer afligidos, solo buscan soluciones al alcance de sus fuerzas, desechando el Poder que el Hijo del Hombre ha manifestado que utilizará para resolver nuestras angustias.
Si somos capaces de mirarnos y de establecer nuestra verdadera dimensión, seremos capaces de entender quiénes somos y la medida de nuestra dependencia al considerarnos hijos de Dios.
Un hombre preocupado, una mujer preocupada, revelan la confianza que tenemos en Jesús. Un hombre afligido, una mujer afligida, solo muestran la pequeñez de su capacidad y la falta de comprensión para entenderlo.
Estemos preocupados, porque es legítimo. Pero no estemos afligidos, porque nos apartamos de Dios!
Diego Acosta