ARDILLAS

DEVOCIONAL

Desde una de las ventanas de mi casa, casi todos los días puedo ver ardillas, que se mueven presurosas en busca de comida e incluso juegan provocando mi deleite.

Ayer, mientras las miraba pensé: Le dedico yo tanto tiempo a la Biblia, como le estoy dedicando a estos pequeños seres de la Creación?

Probablemente sí, pero lo que me resultó grave es que leyendo la Palabra, no tengo la sensación de deleite que me produce mirar las veloces maniobras de estos animalitos.

Me pregunto: Qué tiene de malo deleitarse con las ardillas y no deleitarse con el Texto?

En realidad nada, pero lo que ocurre es que así como nos deleitamos con la Creación en movimiento, del mismo modo deberíamos deleitarnos con la infinita profundidad de lo que el Eterno nos revela cada día.

Aunque el deleite sea agresivo y también duro para con mi vida, porque no todo puede ser placentero como contemplar ardillas. Hay un tiempo para cada cosa! La cuestión es no perder de vista que es lo primero y lo más importante!

Deuteronomio 17:19
Y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida,
para que aprenda a temer a Jehová su Dios,
para guardar todas las palabras de esta ley
y estos estatutos, para ponerlos por obra.

Deuteronômio 17:19
E o terá consigo e nele lerá todos os dias da sua vida,
para que aprenda a temer ao
Senhor, seu Deus,
para guardar todas as palavras desta lei
e estes estatutos, para fazê-los.

Diego Acosta / Neide Ferreira

 

MOHO

DEVOCIONAL

Sorpresivamente un hermano me comentó que en su casa había aparecido una mancha de moho y esto le había provocado una gran preocupación.

Por qué aparecen estas manchas?

Especialmente en el Antiguo Testamento se vincula al pecado con las manchas que tienen moho y en un nivel más grave todavía, con la lepra que era una enfermedad de gran importancia en el pasado.

Siempre el moho es una señal de pecado?

La sola aparición de estas manchas, sin causa aparente, revelan algo evidentemente anormal primero en lo físico y luego en lo espiritual, tanto que siempre se apartó a los enfermos para que no contagiaran a persona alguna.

Limpiar una mancha de moho es difícil, pero aun más difícil es tratar de encontrar en la propia vida, las señales que pueden indicar que hay algo pernicioso en nuestro interior.

Cuando se habla con ligereza del pecado, se está incurriendo en una gran torpeza, porque el pecado ofende a Dios y no lo consiente, aunque ame al pecador para buscar su redención.

Isaías 1:5-6
ES –
¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.

PT –  Porque seríeis ainda castigados, se mais vos rebelaríeis? Toda a cabeça está enferma, e todo o coração, fraco.
Desde a planta do pé até à cabeça não há nele coisa sã, senão feridas, e inchaços, e chagas podres, não espremidas, nem ligadas, nem nenhuma delas amolecida com óleo
.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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EL PECADO-1/2

ESTUDIO BÍBLICO

Existe un proceso en el pecado del hombre que comienza con la tentación, que hace mella en cada individuo en las áreas en que su propia concupiscencia se manifiesta (sus debilidades). Hasta aquí no hay pecado, pero cuando uno, de su voluntad, decide seguir la tentación entonces comienza el pecado que puede ser en deseo, acto u omisión.

Mateo 5:27.

27Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón

La codicia ya produce, delante de Dios los efectos del pecado. Tanto la codicia como el odio, la envidia o la queja son actitudes pecaminosas del corazón.

Santiago 4:17.

17y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Dejar de hacer algo que sabemos que podemos para bien de otros es pecado, así aquellos hombres piadosos que pasaron delante del herido en la parábola del buen samaritano pecaron con su actitud de evitar compromiso en aquella situación.

Romanos 14:20-23.

20No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. 21Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. 22¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

La medida correcta para saber cuando hay pecado o no en algo, está en la fe que tenemos en hacerlo, si realmente guiados por el Espíritu (que es el que da fe) tenemos fe para hacer algo, tendremos libertad para hacerlo, mas si hay duda entonces se cumple la palabra “lo que no proviene de fe es pecado”

Pr. Ramón Ubillos

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AUSTRALIA

ANTIVIRUS

Las colosales dimensiones del incendio que está arrasando la isla continente de Oceanía debe llamar a la reflexión a todos quienes tenemos responsabilidades con el planeta.

La casa común que es la Tierra, es obviamente responsabilidad de los hombres y mujeres que tenemos el Mandato de ser sus Mayordomos.

Un Mandato que es inexcusable y por supuesto nos será demandado en forma personal a cada uno, por lo que llama la atención la indiferencia con la que obramos con relación a esta dramática situación.

Las cifras de los daños son terribles y se estiman en más de mil millones los animales que han muerto como consecuencia del incendio, que está afectando de manera casi permanentes grandes áreas del país. Obviamente a esta tragedia debemos agregar la dolorosa pérdida de vidas humanas.

La confluencia de circunstancias climáticas adversas y la obra destructora del hombre, está provocando una situación que además de preocupar y conmover, debe ser un alerta del máximo nivel.

Oremos por Australia y por el Mandato de Mayordomía.

Diego Acosta

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Y EL HOMBRE…?

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

Caminando recientemente por una calle, advertí que había cambios importantes, pero no conseguía concretarlos a pesar de que conozco las señas de identidad que caracterizan mi ciudad.

Que estaba ocurriendo?

Luego de pensar bastante en la cuestión llegué a la conclusión que los cambios que apreciaba, no eran los de la ciudad, sino de los hombres y mujeres que la poblábamos.

En qué sentido?

La mayoría de nosotros estaba totalmente pendiente de sus artilugios tecnológicos, sujetos a utilizarlos en cualquier momento y en cualquier circunstancia.

La ciudad era la misma, cautivante e impactante, pero había muchas personas que no advertían en el lugar en el que se desenvolvían, cada uno atento a su actividad.

Incluso, lo más sorprendente era que también hacían lo mismo las personas que habían llegado para visitar la gran capital, para recordar su pasado y para disfrutar de su notable patrimonio cultural.

En esa complejidad de pensamientos, no acertaba todavía a distinguir lo que estaba ocurriendo. Si el escenario era el que conocía, por qué no era capaz de discernir el cambio que apreciaba?

Y llegué finalmente a la conclusión que todo lo que ocurría estaba relacionado con las personas, con los seres que como yo, se dirigían en todas las direcciones, cada cual con su historia personal.

Pero, haciendo un breve ejercicio de Memoria, podía advertir que siendo la ciudad casi la misma, los que habíamos cambiado éramos los hombres, que dejamos de ser los mismos, por causa de la forma en la que la tecnología domina y controla nuestras vidas.

Así como en un tiempo, cuando aparecieron las pilas para las radios y luego las imágenes de la televisión, todo cambió, ahora también ha cambiado solo que de una manera más rápida, más directa, mucho más personal.

Seguramente es lícito preguntarse por el hombre? Qué ha sido de nosotros? los que deberíamos pensar, razonar, debatir e incluso conversar exponiendo las ideas y pensamientos que dan razón a nuestra personalidad.

Y si es difícil encontrar al hombre, más difícil es encontrar a Dios en este torbellino tecnológico en el que vivimos. Pero ÉL, que sabe todas las cosas, también sabe que un día volveremos sus ojos hacia su Majestad y entonces nos reencontraremos como sus joyas de la Creación, que somos.  

Diego Acosta / Neide Ferreira

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