No hay peor trampa, que la que somos capaces de tendernos nosotros mismos.
Y caemos en ella con una facilidad sorprendente, porque es lo que tenemos en el corazón, aunque digamos lo contrario.
Y por mencionar una de esas trampas, para utilizarla como ejemplo, hablaremos de lo que llamamos la falsa modestia.
Es decir: Lo que simulamos delante de los demás, para aparecer como hombres y mujeres dotas de ese carácter tan especial que tienen los verdaderamente modestos.
La trampa consiste en que toda esa actuación casi teatral, la comenzamos a tomar como verdadera a medida que vamos viendo los buenos resultados que logramos.
Cada vez somos más osados en nuestro ejercicio de mostrar a los demás, la modestia que no tenemos pero que sí mostramos.
Y un día esa trampa nos atrapa y advertimos que nos habíamos olvidado de lo esencial: Podemos engañar a todos, menos a Dios.
ÉL sabe lo que hay en nuestro corazón, aunque nuestra boca proclame lo contrario. Y entonces nos sentiremos indefensos, para afrontar el Juicio que caerá sobre nosotros.
La falsa modestia quedará al descubierto, como lo que es: Otra forma de mentira, que comienza por afectarnos a nosotros mismos.
Miqueas 6:11
¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa
y bolsa de pesas engañosas?
Miqueias 6:11
Seria eu limpo com balanças falsas?
E com um saco de pesos enganosos?
Diego Acosta / Neide Ferreira
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