TODA CLASE DE EXCELENTES FRUTOS…

 

CONGREGACIÓN SÉPelie1TIMO MILENIO

Toda clase de excelentes frutos, nuevos y viejos, reservé a mi amado. (Cantar de los Cantares 7:13).

A veces abro la Biblia y quedo impactada por lo que leo y me quedo pensando, (predicando para mí misma) sobre lo leído.

Hoy no ha sido diferente: Frutos viejos y nuevos!

Debemos dejar de lado los frutos viejos? O los debemos aprovechar porque son más dulces que el azúcar? No sirven para nada más los frutos viejos?

Sirven para jalea, compotas, colocar en una ensalada para dar un toque de dulzura, usar para plantar un nuevo fruto. Eso para plantar un fruto nuevo.

Y cuando comer los frutos nuevos? Si nos anticipamos estarán verdes y ácidos y si los recolectamos antes pueden estar aguados y no tener ningún sabor. Todo tiene su tiempo determinado, habló Salomón, el Sabio.

Cuando pienso en un mango que comí hace unos días, me acuerdo del dulce sabor que tenía y no que lo tuve que lavar, quitar la cáscara, cortar…los frutos viejos son para recordar y traer a la memoria (Lamentaciones 3:21). Lo agradable del fruto es pensar que otro mango podrá estar en mi boca como ese que comí y así tener ánimo para plantar, recoger y comer el fruto nuevo.

Los frutos nuevos nos aportan frescura, vitaminas, cierta necesaria acidez y alegría de un tiempo nuevo.

Lo que Dios tiene para nosotros es una pregunta que nos hacemos siempre y para lo que buscamos respuesta constantemente en varias partes (devocionales matinales, versículos del día, una palabra encontrada en las redes sociales).

Miqueas 6:8 nos habla de lo que Dios requiere de nosotros: “Que practiques la justicia, que ames con benevolencia y camines humildes con Dios”.

Cuando plantamos la simiente del Espíritu Santo, recogeremos el fruto fresco que trae la vida.

Tendremos siempre frutos nuevos, disfrutando del buen sabor de los frutos que recogeremos y comeremos, alegrándonos de poder plantar y cosechar, sabiendo que cuidar la tierra es muy importante para tener buenos frutos.

Deje que el Espíritu Santo labre y limpie la tierra de su corazón – lugar de donde procede la vida – plante la simiente de la Palabra de Dios, riegue con el Agua viva y los frutos nacerán abundantes y buenos.

Elié Ferreira

www.septimomilenio.com