Por qué festejamos el nacimiento de Jesús?
Esta pregunta estuvo flotando en una conversación, en la que se debatía el propósito de una celebración, que ha pasado de ser Feliz Navidad, a Felices fiestas y más simplemente a decir: Felices días.
Tiene algún significado esto de decir felices días?
Alguien seguramente se lo buscará y a su modo tal vez lo encuentre, pero seguirá siendo una solemne tontería decir: Felices días…
El lado oculto de estas conversaciones-discusiones no es otro que pretender restarle importancia al acontecimiento más notable de la Historia de la humanidad.
Por utilizar un lugar común podríamos decir: Se pretende tapar el sol con las manos. O ignorar que el prodigioso orden que reina en la Creación, es obra de un proceso que nadie sabe cómo ha empezado ni como ha continuado.
El nacimiento de Jesús constituye por sí mismo, un hecho tan asombroso, que se merece respeto solamente por todas las profecías que lo anunciaron.
Aunque solamente fuera por eso, deberíamos inclinarnos ante la grandiosidad del alumbramiento de Belén.
Pero también es verdad que las tradiciones le restan valor a todo lo que verdaderamente tiene importancia. Y la Navidad, es una de ellas.
Pero no por eso podemos poner en duda, que el Glorioso Nacimiento, es un hecho maravilloso para cada uno de los hombres y las mujeres que a lo largo de la Historia poblamos la Tierra.
Es verdaderamente penoso imaginar, por qué hay quienes lo niegan, intentan denigrarlo o ignorarlo. Por mucho empeño que se ponga, en afirmar lo contrario, Jesús nació como prueba del Amor de Dios para cada uno de nosotros.
Isaías 42:2
He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.
Diego Acosta / Neide Ferreira