LAS BUENAS PALABRAS

Podemos llegar a creer que mientras no caigamos en la maledicencia, todo lo que sale de nuestra boca son buenas palabras y que reflejan nuestros verdaderos sentimientos.

Pero pronunciando buenas palabras, queda la duda de si son auténticas o son palabras que aún pareciendo buenas tienen intenciones ocultas, como lo que llevamos en el interior de nuestro corazón.

Las buenas palabras no deben de tener la intención de halagar a la persona que las escucha. Sobre eso fuimos advertidos por Pablo, sobre no agradar a quién nos oye.

Las buenas palabras tampoco tienen que llevar la intención de ser agradables, comedidas, bien humoradas y dadas al cumplimiento de las buenas maneras. Es decir, no debemos ser hipócritas.

Las buenas palabras tampoco deben tener la intencionalidad de llegar a la persona que las recibe con el dulce envoltorio de la lisonja gratuita o el elogio injustificado.

Las buenas palabras deben provenir de nuestros mejores sentimientos y si corresponde que sean de estímulo, deberán ser de ayuda y si corresponde que sean de advertencia, tendrán que ser serias y siempre con amor.

Que nuestras buenas palabras sean mensajes verdaderos y comprometidos, para que sean de bendición y no de maldición.

Proverbios 18:4

Diego Acosta García

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