NO JUZGUEMOS

Uno de los hábitos más peligrosos que tenemos los seres humanos es nuestra capacidad para juzgar absolutamente todo lo que hacen todos los demás.

Nuestro juicio no se detiene ante nada ni ante nadie, porque nuestra vocación para enjuiciar es más poderosa de lo que nosotros mismos nos imaginamos.

Sería muy importante para nuestra vida espiritual tratar de encontrar la razón profunda por la que juzgamos, porque de esta manera comenzaremos a andar el camino que nos llevará a liberarnos de esta pesada carga.

Juzgamos porque  nos sentimos superiores? Juzgamos porque nos sentimos inferiores? Juzgamos porque estamos dominador por un espíritu de juicio que no nos abandona?

Cualquiera sean las respuestas que nos podamos dar, las pongamos delante del Espíritu para que nos guíe, nos aconseje, nos enseñe y nos muestre el camino del arrepentimiento para luego ser perdonados.

Pensemos cuánto daño podemos haber causado con nuestros juicios, acertados o no, pero fuera de todo ámbito espiritual, porque no hemos sido mandados a juzgar.

Hemos sido mandados a ayudar a nuestros hermanos en dificultades,a nuestros hermanos que pueden estar cometiendo errores pequeños o importantes, pero siempre merecedores de nuestra misericordia y no de nuestro juicio.

No juzguemos porque con el mismo rigor con que lo hagamos seremos juzgados. Tengamos misericordia y amor y no pensamientos de juicio.

Romanos 14:10

Diego Acosta García

Deja una respuesta