EL DINERO

Escuchamos como una niña pequeña le preguntaba a su padre: Tú tienes dinero? El padre le respondió: No, tengo el dinero que me gano con mi trabajo. Y la niña insistió: Eres pobre? El padre le contestó: Si.

El dinero se convierte en tema de conversación y el centro de la vida de muchas personas. Es tan valioso el dinero? En realidad el dinero es un papel con valor numérico impreso.

Cuando le echamos al dinero todas las culpas por lo que ocurre en la sociedad, en realidad deberíamos hacer lo contrario y cargar con las culpas al valor que le damos al dinero.

Ese es el verdadero valor del dinero: la importancia que le concedemos y como nos afecta tenerlo o no tenerlo en la cantidad que deseamos. Porque el dinero en sí mismo, es un billete con valores determinados.

Pero ocurre que el valor que le concedemos es tan grande, que es capaz de convertirse en teología en las iglesias, de corromper a quienes lo poseen y de enloquecer a quienes lo ansían.

No hagamos del dinero la razón de nuestra vida, tanto sea porque lo tengamos en cantidad o porque nos falte. No olvidemos que el Señor es el Proveedor y nada nos faltará.

Eclesiastés 5:10
Diego Acosta García

INFLUYENTES o INFLUIDOS

Con cierto desasosiego una persona reflexionaba acerca del estado de su congregación, preocupada por la creciente influencia del mundo en muchas de las actividades que se desarrollaban.

Esa peligrosa influencia del mundo en el interior de una congregación, no solo debe ser evitada sino que debe ser enfrentada con la mayor prudencia y con la máxima firmeza.

No se trata de provocar un mal mayor que el que combatimos. Se trata de recuperar la orientación que dejó Jesús a su Cuerpo, para que entre todos nos hagamos responsables del futuro.

La mala influencia mundana se filtra en las congregaciones, porque cada uno de nosotros va permitiendo en su vida privada que el mundo también haga su trabajo.

Por esta razón es que no nos sorprende que en la congregación se hagan y se digan cosas, que en nuestra vida personal hacemos y decimos cada vez con mayor naturalidad.

Estamos llegando al tiempo en el que el amor de muchos se enfriará y es necesario que recordemos esta advertencia de Jesús, para que nada nos sorprenda y nos afecte.

Muestra misión es permanecer fieles al mandamiento que recibimos, aunque a nuestro alrededor las malas influencias causen estragos. A cada uno se le reclamará su parte de responsabilidad.

Isaías 18:3
Diego Acosta García

LOS PLANES

Hace un tiempo estuvimos recordando cuando invertíamos largas horas en trazar planes minuciosos, detallados y precisos acerca de lo que queríamos hacer en la Iglesia.

Eran tan notables que muchos de nosotros los comenzamos a adoptar en nuestras actividades personales, porque teníamos el convencimiento de que eran una buena forma de vivir.

Lo cierto es que casi nunca se cumplían Y nos preguntábamos: Como es posible que nuestros planes no se cumplan si estamos trabajando para Dios? Y eso era verdad, aunque una verdad parcial.

La verdad era que los planes eran para trabajar para Dios, pero eran nuestros planes no los planes del Señor. Los planes eran el resultado de nuestro esfuerzo y nuestra capacidad.

Los continuos fracasos nos hicieron reflexionar sobre la necesidad urgente de cambiar de actitud y ver el error que cometíamos. Llegamos a la conclusión que mientras nos afanábamos en los planes, habíamos dejado de orar.

Nuestra diligencia se había centrado en lo accesorio y nos habíamos olvidado de lo principal. Cuánto más eficientes éramos más nos alejábamos del Señor.

No caigamos en el error de trabajar sin orar, de elaborar planes sin saber que lo que planeamos tiene la complacencia del Señor, porque nos convertiremos en buenos trabajadores y malos creyentes.

Lucas 12:25
Diego Acosta García

Hay quienes sostienen con mucha razón que vivimos en una burbuja y que dentro de ella nos sentimos cómodos, seguros, ajenos por completo a lo que ocurre a nuestro alrededor.

Precisamente esta cuestión de la burbuja se opone radicalmente a lo que Jesús oró al Padre, para pedirle que no nos quitara del mundo, sino que nos guardara.

Por qué Jesús pidió esto al Padre? Porque es necesario esparcir Su Luz y vivamos y seamos parte del mundo, no para contaminarnos con sus realidades, ni con sus miserias.

Jesús pidió al Padre que nos guardara en el mundo, para que podamos ser una referencia a quienes viven en la más cruel frivolidad y lo que es peor, en la mayor indiferencia con relación al dolor de otras personas.

Estamos en el mundo para ser Luz y Sal, no para vivir en la comodidad y en la tranquilidad que nos pueden dar cuatro paredes, con la simbología de una burbuja.

No podemos alegar que nos alejamos del mundo para meditar o reflexionar, ni siquiera para orar. Porque no fue ese el mandato que Jesús nos dejó, todo lo contrario.

Rompamos con la seguridad de nuestra burbuja, de ese imaginario einútil refugio y salgamos al mundo a llevar la Palabra de Salvación, contando con la verdadera seguridad que es el cuidado del Señor.

Diego Acosta García
Juan 9:5

EL DESCANSO

En un momento especialmente difícil en la familia, sorprende advertir como todas las personas que la integran están preocupadas, pero confiadas en el Señor.

Nunca podríamos eliminar el componente de preocupación ante algo importante que está por ocurrir, pero siempre tendremos la certeza que el Eterno oirá nuestras oraciones.

Estos son los momentos en los que la fe se manifiesta de una manera rotunda, porque cuando declaramos algo lo estamos haciendo aunque tengamos dudas.

La vida de los creyentes no está exenta de problemas y situaciones difíciles, de eso ya fuimos advertidos por Jesús, de manera que nada nos debe sorprender.

Sin embargo debemos obrar sabiendo que en cualquier situación por compleja que sea, siempre tendremos el recurso poderoso y maravilloso para interceder por quién lo necesita.

Es también en los momentos en los que otras personas se derrumbarían dominados por la angustia y la incertidumbre, cuando podemos ser un ejemplo callado de lo que el Señor puede hacer en las vidas de quienes lo han aceptado como su Señor.

En el día de la tormenta y cuando veamos todo oscuro, debemos aferrarnos a las promesas del Señor, sabiendo que siempre se cumplirán y que Él estará a nuestro lado en el Gobierno de todas las cosas.

Job 24:33
Diego Acosta García

EL BUEN ÁNIMO

Hay días más singulares que otros, aunque todos tienen algo especial que los distingue de una manera especial y no es otra cosa que la certeza absoluta de que cada día tenemos sobre nosotros la Misericordia del Señor.

Con esta confianza debemos comenzar cada día, teniendo esa seguridad que se manifiesta aún a pesar de nuestras circunstancias, de los tiempos difíciles que podemos estar viviendo.

Precisamente en eso radica la fe: En tener confianza en medio de la oscuridad más grande, sabiendo que siempre tendremos una Luz que nos guíe y nos ilumine.

Cada uno de nosotros sabemos que la vida de los creyentes no es una vida fácil, todo lo contrario, porque quién asegure que hay una vida diferente solamente está tergiversando la Palabra de Dios.

No estamos en el mundo para tener dinero en abundancia o ser hombres exitosos, estamos para recibir la Misericordia de Dios y para llevar la Palabra de Salvación a quienes no la conocen.

Hagamos de cada día lo que la Palabra nos manda, un tiempo distinto al día de ayer y al de mañana, haciendo un ejercicio de rotunda confianza en que esto es lo mejor para nosotros.

Tengamos buen ánimo, para nosotros mismos y para quienes nos rodean. El buen ánimo refleja nuestra relación con Dios y es un testimonio callado pero que puede revelar a gritos la grandiosidad de la Salvación.

Mateo 9:2
Diego Acosta García

LOS PLANES

Una joven maestra de la escuelita dominical comentaba un tanto abochornada que ella prefería no hacer grandes planes, porque nunca conseguía terminarlos.

Esta declaración tan sincera nos enfrenta con la realidad de todos los años, cuando hacemos grandes planes y pensamos que los podremos concretar, porque nos sentimos muy capaces de hacerlo.

Pero por qué casi nunca los terminamos? La primera explicación es la más importante: Porque nunca los sometemos a la Voluntad Soberana del Señor.

Podríamos decir que son “nuestros planes” y que los sometemos a la consideración del Eterno, pero para que los “apruebe” no para que queden bajo su Soberanía.

Esta actitud de querer obrar por nuestra cuenta, con nuestras fuerzas y con nuestras ideas, es una forma muy eficaz de llevarnos grandes frustraciones y también de fracasos.

Un viejo refrán popular dice: El hombre propone y Dios dispone… en su extrema sencillez este mensaje es de una rotundidad y profundidad tan grande, que deberíamos tenerlo más en cuenta.

No se trata de tener una actitud pasiva, sin proyectos de futuro ni metas por cumplir. Se trata de que todo lo que nos propongamos hacer, lo sometamos a la Voluntad Soberana del Señor.

Hechos 4:24
Diego Acosta García

ENSEÑEMOS

Cuando leemos que Jesús pasaba mucho tiempo con sus discípulos, enseñando el Mensaje que traía para la salvación de los hombres, debemos sacar importantes conclusiones.

La principal de ellas es que El Maestro estaba poniendo en práctica lo que se determina en varios pasajes del Antiguo Testamento, donde se insta a los padres a enseñar a sus hijos.

Este énfasis tan rotundo en hablar las cosas relacionadas con Dios, evidentemente no es una opción sino una obligación que debemos asumir con toda responsabilidad.

Si enseñamos a un niño pequeño las cuestiones más elementales sobre Jesús, irá aprendiendo poco a poco, quién era el Salvador, que mensaje nos dejó y que Él es el Camino para la Salvación.

Esto resulta tan importante para su vida como el que aprenda las letras del abecedario, las normas de conducta o lo que significa tener un papá y una mamá en su casa.

Enseñar se convierte en una perentoria obligación, que a su vez demandará que cada uno de nosotros, dedique tiempo a estudiar y a aprender más sobre la Palabra, porque la deberemos enseñar a nuestros hijos.

Enseñemos sabiendo que estamos cumpliendo un mandato y estamos dando a nuestros hijos, la herramienta fundamental para que sean verdaderos hijos de Dios. Tal y como nosotros!

Mateo11:1
Diego Acosta García

EL CAMBIO

 

Un hermano contaba la historia de una persona que estaba cumpliendo su condena en un centro de rehabilitación, donde además tenía funciones de responsabilidad.

Sin embargo, aunque había rehabilitado su vida con el mensaje del Salvador, este hombre seguía cumpliendo su condena, es decir su deuda con la sociedad por haber cometido delitos.

Por otro lado, esta situación llamaba la atención a muchas personas que no podían comprender como un hombre que estaba cumpliendo una pena, podía estar en un centro de rehabilitación y además tener responsabilidades.

Esta sorprendente situación difícilmente podía ser entendida por las personas del mundo, que como es bastante frecuente ni siquiera concede la posibilidad de trabajar a los ex presidiarios.

Las cuestiones espirituales tienen un valor tan grande que solamente así se puede entender, como en la vida real nacemos de nuevo tras haber recibido al Señor como nuestro Salvador.

Por esta razón debemos de tener no solamente nuestra mente abierta a situaciones como la comentada, sino también nuestra capacidad de amar y de tener misericordia por el prójimo.

No nos debe importar quién ha sido el hermano que tenemos delante de nosotros, ni cuál ha sido su pasado ni lo que pudo haber hecho. Nos debe importar que es una persona que aceptó al Señor.

En eso consiste el cambio de mente y también el cambio en nuestro interior!

Efesios 2:15

Diego Acosta García

LA ADVERSIDAD

En las horas difíciles, cuando nos ocurren cosas que son una pesada carga porque afectan a las personas más ligadas a nosotros, es cuando surgen las preguntas.

Nos preguntamos por qué? Por qué a nosotros? Por qué a las personas que son amadas? Esas preguntas tienen complicadas respuestas, debido a que el por qué, solamente lo puede asumir el Señor.

Frente a estas situaciones también es cuando debemos reflexionar acerca de otros aspectos que rodean a los tiempos difíciles, a los momentos que podemos entender como pruebas.

Se trata de nuestro grado de confianza en el Señor, se trata de entender que todo lo que ocurre está bajo su Soberana Voluntad y por lo tanto lo único que podemos pedir es su Misericordia.

Sus designios son tan inexplicables para los humanos, que nuestro nivel de comprensión es como si desapareciera, sencillamente porque no podemos llegar a abarcar su Grandiosidad.

Lo más sensato sería que en la hora de la prueba, en la hora de la angustia por nuestros seres amados, seamos capaces de recuperar el poder de la oración.

Es el instrumento idóneo y poderoso que podemos utilizar para pedir misericordia al Eterno y también para pedir ayuda para actuar con la serenidad y la prudencia que se nos demanda por la condición de ser sus hijos.

Eclesiastés 7:14
Diego Acosta García