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NOTAS DE LA REFORMA / 47
20 de Febrero de 2017
Lutero era esencialmente un hombre nacido y criado en el temor a Dios y siendo sacerdote arrastraba la carga de las enseñanzas recibidas.
Por estas razones se conmovió al ver a la iglesia de Roma sumergida en un ambiente que la alejaba totalmente de lo que él esperaba.
El papa Julio II se encontraba en campaña contra el duque de Ferrara y esto llamó poderosamente la atención del joven monje agustino.
También lo afectaron las conductas de otras dignidades de la iglesia e incluso la de los propios sacerdotes que formaban la curia romana.
Se atribuye a Lutero esta frase: Yo he visto en Roma celebrar muchas misas, y me horrorizo cuando lo recuerdo. Yo sentía grande disgusto al ver despachar la misa en un trist-tras, como si fuesen prestidigitadores. Cuando yo celebraba al mismo tiempo que ellos, antes que llegase a la lectura del Evangelio, ya habían concluido sus misas, y me decían: Despacha, despacha, hazlo brevemente. Envía pronto el hijo de nuestra Señora a casa. Y cuando tenían (según la doctrina de la Iglesia romana) el cuerpo del Señor en su mano, murmuraban: « Tú eres pan, y permanecerás pan ».
Lo concreto es según los biógrafos que Lutero realizó todo el viaje hasta Roma y durante la permanencia en la sede de la iglesia católica, bajo la impresión causada por una sola frase: «El justo por su fe vivirá.» Esta frase trascendente sobre su vida la había leído en Habacuc 2:4.
Diego Acosta